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La aventura de vivir en la tierra

Por Jorge Zavaleta Alegre.-  

El problema de la destrucción de los ecosistemas no es el sobrepoblación sino el uso anárquico de sus recursos y mala distribución de la población, incluyendo su migración masiva, frecuentemente no prevista, en áreas sin condiciones de recibir tanta gente en plazos tan cortos.

Esta es una reflexión de Gabriel García Márquez, en “Amazonía sin mitos”, publicación del BID, revisada por el Premio Nóbel, que permite comprender el ordenamiento del territorio de América Latina, como un todo, como un desafío para compatibilizar la expansión de la frontera económica con la conservación ecológica.

La población mundial habría superado el año pasado la barrera de los 7.000 millones de personas, siendo África el continente que más crece, según el Instituto Francés de Estudios Demográficos. América Latina, según la misma fuente, sufrirá un importante crecimiento de aquí a 2050, pasando de 596 millones de habitantes a 746 millones. El orden sería: México pasará al Brasil. Seguirán Argentina, Venezuela, Guatemala y Bolivia.

El INEI del Perú informa que la población del país se incrementa cada año en 335 mil habitantes. Al 30 de junio del 2012, la población habría ascendido a 30 millones 135 mil 875 personas; con una tasa de crecimiento promedio anual de 1,13%. La mitad de esta población es menor de 25 años. Los departamentos de Lima, Piura, La Libertad, Cajamarca, Puno y Junín concentran cerca del 60% de la población.

Cifras que hablan

En América Latina se han hecho muchos planes y programas. También han sido numerosos los planes trazados para la Amazonía y las capitales de cada país. Casi todos ellos carecieron de un insumo fundamental: la participación de las poblaciones afectadas en su diseño y aprobación.

Nada de lo ocurrido invalida la importancia de la planificación, que merece ser revalorizada y relanzada con nuevo brío. La Ley Consulta previa, es un notable avance en el Perú y será muy conveniente dinamizar el CEPLAN, cuya creación se remonta hace medio siglo con el INP. Hay devolver el liderazgo a los Estados, si se observa la actual crisis global derivada de los extremos neoliberales.

Manaos, fundada en 1848 con 4mil habitantes, símbolo del “boom” de la opulencia del caucho representa hoy una aterradora realidad socio-urbana. Los millones de habitantes del estado de Amazonas siguen cambiando los bosques y pequeñas ciudades por “favelas” y tierras desoladas, que no dan luz al porvenir.

Manaos y Belem en Brasil, Santa Cruz en Bolivia, Iquitos, Pucallpa, Tarapoto en el Perú y Leticia en Colombia, se han transformado en centros industriales o comerciales, en gran parte por incentivos dados por los respectivos gobiernos.

El Perú presenta una gran probabilidad de múltiples peligros, debido al incremento de la ocupación informal del territorio tanto en la costa como en la selva. Los planes de acondicionamiento, reglamentos de habilitación urbana, edificaciones y construcciones, entre otros, no se ponen en práctica por la ausencia de mecanismos participativos para facilitar la consolidación. Los gobiernos locales tienen limitada capacidad institucional y débil voluntad política.

Casi todos los distritos del Perú mantienen un alta incidencia en la generación de condiciones de riesgo de desastre, principalmente por lluvias intensas, heladas, sequía, desbordes de ríos, granizada, deslizamientos de tierra, huaycos, inundaciones y derrumbes.

En la Amazonía se encuentran grandes reservas de petróleo y gas, muchas de las cuales están aun sin explotar. La conservación más compleja se relaciona con estos recursos, lo que obliga a evaluaciones estratégicas de impacto ambiental regional y adopción de técnicas para la extracción de hidrocarburos sin construir carreteras.

En los países andinos, el Biocomercio es una realidad que hay que fortalecer. Se puede dar un “valor monetario” al bosque. En Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia existen Programas Nacionales de Biocomercio a través de productos como castaña, camu camu, sacha inchi, aguaje y también en acuicultura.

El tema del cambio climático ha renovado el interés internacional para la conservación de los bosques amazónicos. El pago por servicios ambientales puede incluir por ejemplo: La captura de CO2, es decir una empresa que sobrepasa su cuota de emisión de CO2 paga al campesino en el Perú por plantar árboles y mantener el bosque. 

La protección de cuencas hidrográficas supone que los usuarios de aguas abajo pagan a los dueños de fincas aguas arriba por adoptar usos de la tierra que limiten la deforestación, la erosión del suelo, riesgos de inundación, etc. El Ecoturismo debe promover prácticas sostenibles y la oportunidad de negocio para las comunidades.

El desarrollo no solo debe ser promovido en las ciudades que dan cara al mar. La Amazonía es una causa generosa para unificar a la humanidad, que no reste liderazgo al Estado sino configurando nuevos enfoques científicos y tecnológicos. ”Un nuevo pacto de solidaridad que conduzca a un futuro que sea deseable para todos los pueblos unidos en torno a la causa amazónica, que representa hoy, como desde hace milenios, la aventura del hombre sobre la tierra”, son las últimas líneas de la edición que cuidó el autor de “100 años de soledad”.


*Diario 16. 




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