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PERÚ. Arequipa y el centralismo regional

Por Jorge Zavaleta Alegre.-

El Estado peruano demanda una mayor reforma descentralizadora para participar mejor en el proyecto integracionista Sur Sur. La nueva geografía económica y financiera del planeta impone reglas innovadoras, con una mirada crítica al centralismo urbano.

Esta es la opinión del jurista arequipeño Marco Falconí Picardo, vicepresidente del Congreso de la República y activo promotor del Fondo Editorial del Parlamento que este 2012 celebra treinta años de producción.

La Región de Arequipa, según indicadores del Desarrollo Humano, ocupa un segundo lugar, después de Lima, con un crecimiento notable en la ciudad capital, pero aún muy desigual en varias de sus provincias y distritos.

El desborde popular de los Andes al Pacífico, que se ha acelerado en las dos últimas décadas, se caracteriza por una ausencia de la planificación urbana. Hay un alto déficit de servicios y de espacios públicos en una Lima que concentra un tercio de la población nacional.

Es probable que los próximos años continúe el mismo crecimiento económico nacional. Pero ese optimismo puede truncarse sino hay cambios sustantivos para transformar el modelo primario agro minero exportador, y enfrentar la informalidad, contrabando y el narcotráfico.

Arequipa es un ejemplo a seguir, si se aprecia su historia. En la Ciudad del Misti no hubo la extrema concentración de la propiedad como ocurrió en el norte y en gran parte de la sierra. Su amplia clase media, se mantuvo articulada con el resto de la zona andina y el sur del país.

Arequipa hoy es reconocida por los propios arequipeños como la capital del folklore nacional, porque se ha producido una fusión cultural, con la presencia de la música, las fiestas, las artesanías del Altiplano de Puno, Cuzco y una mayor vinculación con Bolivia, el norte de Chile y Argentina.

La descentralización requiere de una administración técnica, en manos de profesionales formados en la escuela de la ética y del conocimiento interdisciplinario y transversal. Los modelos econométricos únicos, elaborados en los laboratorios académicos, no pueden ser aplicados en cualquier territorio. Las reglas de control presupuestal deberían ser aun más rígidos, acompañados de una mayor descentralización del Ministerio de Economía, Gobiernos Regionales y Municipalidades.

La sociedad es un sistema de relaciones individuales y colectivas en un proceso de reconstitución permanente. La sociedad no es un conjunto vacío o sistema de inercias, cuyo despliegue histórico se cumple sin intencionalidad alguna.

No existe un solo patrón de interacción social. Las prácticas colectivas generan una dinámica diferente en cada nivel de la integración y ratifican el papel auto organizador de lo social. Entre lo “macro” y lo “micro”, existe una correlato donde la presencia de éste implica la del aquél. No se puede prescindir, privilegiar o crear una dicotomía a favor de la verdad única, sostienen los más reconocidos filósofos del desarrollo sostenible, después de la caída del Muro de Berlín.




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