Por Carlos Tena
Llevado a cabo el lunes en la madrugada, el presunto ataque había sido dirigido hacia la residencia de Khouildi Hemidi, un antiguo compañero de estudios del coronel Gadafi. Los aviones aliados destrozaron varios edificios sin siquiera permitir que se advirtiera a la población civil del ataque indiscriminado, que ya ha costado al pueblo libio más de 3.470 víctimas.
Tras al hallazgo de los cadáveres, sepultados entre cascotes, comenzó su identificación en medio de escenas de dolor y protestas, mientras se descubrían los cuerpos sin vida de tres niños de corta edad.
Según un portavoz del gobierno, avalado por varios corresponsales extranjeros, buena parte de las víctimas son familiares de Hemidi, entre ellos dos de esos pequeños, nietos de Khouildi y varios miembros de dos familias vecinas. Por su parte, la OTAN ”negó rotundamente” en principio los ataques, para luego reconocer el hecho y limitarse a lamentarlo.
Carme Chacón no tiene esta vez ninguna palabra de solidaridad con las víctimas, cuando su ministerio de defensa colabora en el exterminio de civiles linios, afganos o pakistaníes.
Para la ministra de la guerra, basta con enviar su dolor a los militares españoles que son atacados y heridos por hallarse destinados en misiones que no tienen justificación política alguna, a no ser que la titular reconociera que el gobierno de Zapatero se ha comprometido con la OTAN, porque esta organización depende de las empresas que controlan el petróleo y el gas que esconde en subsuelo de aquellos países.
