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Buenas noticias, también noticias

OPINIÓN de Carlos Miguélez Monroy   

Accidentes, atentados terroristas, secuestros, asesinatos por violencia machista, catástrofes “naturales”, caídas en las bolsas. Muchas personas llegan a creer que el mundo es eso que leen en periódicos e Internet, oyen en la radio o ven en la televisión, con la frecuente conclusión de que “todo está mal” y, por tanto, “no hay nada que hacer”. Millones de personas se refugian en la telebasura o en la “prensa deportiva” – la nueva prensa rosa de hombres y mujeres – para evadirse de esa realidad que no pueden soportar.

Algunos profesionales de la comunicación defienden la falacia de que los medios se limitan a “darle a la gente lo que quiere”, aunque sea entretenimiento light y basura. Está de moda convertir a los periodistas en noticia, una línea que antes no se cruzaba pero que ahora se multiplica en “tertulias” con altos niveles de crispación y morbo, para elevar las audiencias, y poco contenido de ideas. El periodismo que mantiene vivo un componente comunitario y ciudadano “no vende”, dicen.

No todos los medios de comunicación han renunciado a su función de cuarto poder. Conscientes de la necesidad de conocer la realidad para poder cambiarla, denuncian abusos de poder, casos de corrupción e injusticias sociales. Dan a conocer los sueldos exorbitantes de banqueros y políticos que exigen sacrificios a los ciudadanos en un contexto de crisis, los recortes en sanidad y educación mientras se mantienen los elevados gastos militares por supuestos “compromisos”, como si éstos no pudieran renegociarse.

Pero una sobrecarga de denuncia sin propuesta alternativa puede provocar efectos similares a los que produce un exceso de violencia y catástrofes en las noticias. El cinismo del ciudadano se deja ver en una frase que oímos con frecuencia: “los políticos roban”, “todos son iguales”, “no hay nada que hacer”. En países con altos índices de corrupción política se ve cómo las trampas y los sobornos se extienden a las calles con frecuencia. Con razonamientos como “si ellos roban y si ellos son corruptos…”, se normalizan la evasión de impuestos, los sobornos a la policía o a funcionarios públicos y muchas otras maneras de romper las reglas con que se han dotado los mismos ciudadanos para poder convivir. Se banalizan la corrupción y la violencia.

Ante esta situación, cobran importancia iniciativas periodísticas que ofrezcan una mirada distinta y positiva a lo que ocurre en muchas partes del mundo. Hay que conocer la realidad para poder cambiarla, pero los asesinatos y demás desgracias, la corrupción y miseria políticas y sociales en los medios de comunicación no abarcan toda la realidad ni todo lo que “es noticia”.

Radio Nacional de España ofrece varios programas que abordan la noticia desde esa perspectiva. Sus periodistas salen del estudio para conocer en primera persona cómo hombres, niños y ancianos “anónimos” hacen frente a sus problemas cotidianos. Conscientes de la tendencia mediática de tratar muchos temas y con poca profundidad, estos programas dedican tiempo a profundizar con catedráticos, escritores, psicólogos, científicos, sindicalistas y sociólogos. Tratan temas que consiguen una mayor identificación por parte de los oyentes porque afectan sus vidas.

Otros hablan de solidaridad, de cooperación al desarrollo, de voluntariado social, derechos humanos, justicia social y cualquier iniciativa a la creación de “otro mundo posible”. Entrevistan a los protagonistas de esas iniciativas solidarias, llenas de ejemplos y de esperanza hecha realidad.

El programa Juntos paso a paso aborda temas relacionados con las personas mayores y las personas con discapacidad, que muchas veces tienen dificultades a la hora de hacerse oír y de recibir información de utilidad. El programa pretende convertirse en espacio de encuentro donde se aporten propuestas que ayuden a la normalización de la vida de los mayores y de las personas con discapacidad desde una orientación optimista.

Estos programas han conseguido abrir espacios en los medios sin comprometer las normas en las que se escuda el periodismo sensacionalista y el amarillismo. Con destreza, un periodista puede presentar noticias positivas sin que dejen de tener impacto, proximidad, importancia y actualidad. Además aportan un interés humano que otras noticias no suelen tener y pueden contribuir en la construcción de una ciudadanía más comprometida y solidaria.




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