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PERÚ. Gatillo fácil

OPINIÓN de Raúl Wiener   

Alguien debe responder por la facilidad con la que mueren personas con heridas de bala a cada protesta social que ocurre en el país y sin que entre los manifestantes existan elementos armados que puedan justificar el uso de instrumentos letales. Esta situación hace saltar a los ojos dos contrastes: (a) lo que estaba pasando en el país hasta el 10 de diciembre cuando cambia el gabinete, siendo que en el período de Lerner se mantuvo básicamente la oferta de diálogo para resolver los conflictos y que no hayan muertos por reclamos de organizaciones populares; (b) el fracaso militar-policial en la selva del Cusco donde hasta ahora las bajas producidas sólo han sido de las fuerzas del orden que han sido obligadas a replegarse por la columna senderista que actúa en la zona.

Sea como sea, los muertos de Paita, Sechura, Madre de Dios y otros, remiten directamente a la figura del premier Valdés que parece no afectarse mucho con esta suma macabra. Sin embargo, en el caso específico de la huelga por la merluza que el jueves produjo la muerte confirmada de un pescador y varias decenas de heridos muchos de ellos de bala, el absurdo llega a ser extremo. Digo esto porque hasta donde se sabe, el jefe del gabinete fue el que propició el acuerdo entre el ministerio de la Producción (PRODUCE) y los empresarios y pescadores de Paita para usar el rango máximo de posibilidades de extracción que había fijado el Instituto de del Mar (IMARPE), que hace los estudios de la biomasa, y que establecía como nueva cuota del año 14 mil 500 toneladas de merluza.

Fue Valdés el que dijo que esta era la solución y comprometió a la viceministra de pesquería Patricia Majluf a modificar la resolución original que consignaba el rango mínimo de 8 mil 600 toneladas. Todo eso ocurrió el 9 de abril, pero al día 26 cuando en Piura corrió sangre otra vez la resolución no había sido modificada, el ministro Urquizo de encontraba de viaje en el Golfo Pérsico y la viceministra se mantenía en su posición de no elevar la cuota, como si no se hubiera enterado del acuerdo de la PCM. Y es ahí cuando arranca la huelga y se va poniendo más dura porque la población llega a sentir que los están engañando, que es mucho peor que recibir una respuesta negativa a sus reclamos.

Pero lo insólito es que sabiendo la seria responsabilidad del Estado en la generación del conflicto, la policía va con aparentes órdenes de quebrar la huelga y los bloqueos a sangre y fuego, como para que todos entiendan que Valdés puede estar de acuerdo contigo, pero igual te dispara. De donde ha salido este absurdo de matar para sacar una resolución dando la razón a la protesta al día siguiente, o de tener que ir hasta PRODUCE para obligar a la viceministra a respetar el acuerdo y traerse al ministro desde el otro lado del mundo para que firme la resolución, lo que habla de una crisis ministerial en pleno desarrollo.

Y eso, que al gabinete Valdés lo bautizaron como coherente y a la fecha ya tiene cuatro ministros que se promueven por los medios ofreciéndose como próximo premier. Y otra vez, en el país, se vuelve a pedir la palabra de Humala (como si no hubiera hablado hace una semana), que es lo que sucede cuando ya no se sabe a quién creer.




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