OPINIÓN de Federico Mayor Zaragoza.-
Aprender a conocer, a hacer, a emprender, a vivir juntos… pero, sobre todo, aprender a ser, a “dirigir la propia vida”, a actuar en virtud de las propias reflexiones.
Aprender a ser plenamente humano, es decir, dotado de las facultades exclusivas y distintivas de pensar, imaginar, prever, … crear!
En ésto consiste la auténtica educación. Lo de más son capacitaciones, formación especializada, adquisición de destrezas técnicas.
La filosofía es un pilar esencial porque contribuye a desarrollar estas capacidades fundamentales. De todo lo que aprendí en la escuela y el instituto lo que más me ha ayudado, incluso desde un punto de vista bioquímico (Heráclito, Leibnitz), ha sido la filosofía, porque ayuda a ser “humanamente” y científicamente.
Junto al fomento de la capacidad de pensar, la de emocionarse, de sentir, de desplegar la mayor desmesura humana: la creatividad. Música, artes plásticas, literatura, poesía…
Abandonen, por favor, los proyectos educativos que se basan en ideologías, creencias, enfoques pragmáticos… que alicortan las posibilidades de despegue y vuelo alto, que reducen la libertad, don supremo de la condición humana.
“Seres libres y responsables”: en ésto consiste la educación (artículo 1º de la Constitución de la UNESCO).
Filosofía, música y arte para una educación integral.
Rindamos homenaje a José Antonio Abreu que ha conseguido, con una visión y perseverancia dignas de encomio, que hoy, en Venezuela, 400 mil alumnos, chicos y chicas de todos los lugares del país y de todas las condiciones sociales, participen en programas de educación musical completamente gratuitos. Nada une más que cantar juntos, que interpretar juntos. Si alguien duda todavía, que escuche la “Sinfonía de los mil”, la octava de Mahler, dirigida por Gustavo Dudamel.
Y lean el Comunicado de Prensa de la Conferencia Española de Decanatos de Filosofía del 14 de diciembre próximo pasado.
Son, ambos, argumentos convincentes, irrefutables.
Aprender a conocer, a hacer, a emprender, a vivir juntos… pero, sobre todo, aprender a ser, a “dirigir la propia vida”, a actuar en virtud de las propias reflexiones.
Aprender a ser plenamente humano, es decir, dotado de las facultades exclusivas y distintivas de pensar, imaginar, prever, … crear!
En ésto consiste la auténtica educación. Lo de más son capacitaciones, formación especializada, adquisición de destrezas técnicas.
La filosofía es un pilar esencial porque contribuye a desarrollar estas capacidades fundamentales. De todo lo que aprendí en la escuela y el instituto lo que más me ha ayudado, incluso desde un punto de vista bioquímico (Heráclito, Leibnitz), ha sido la filosofía, porque ayuda a ser “humanamente” y científicamente.
Junto al fomento de la capacidad de pensar, la de emocionarse, de sentir, de desplegar la mayor desmesura humana: la creatividad. Música, artes plásticas, literatura, poesía…
Abandonen, por favor, los proyectos educativos que se basan en ideologías, creencias, enfoques pragmáticos… que alicortan las posibilidades de despegue y vuelo alto, que reducen la libertad, don supremo de la condición humana.
“Seres libres y responsables”: en ésto consiste la educación (artículo 1º de la Constitución de la UNESCO).
Filosofía, música y arte para una educación integral.
Rindamos homenaje a José Antonio Abreu que ha conseguido, con una visión y perseverancia dignas de encomio, que hoy, en Venezuela, 400 mil alumnos, chicos y chicas de todos los lugares del país y de todas las condiciones sociales, participen en programas de educación musical completamente gratuitos. Nada une más que cantar juntos, que interpretar juntos. Si alguien duda todavía, que escuche la “Sinfonía de los mil”, la octava de Mahler, dirigida por Gustavo Dudamel.
Y lean el Comunicado de Prensa de la Conferencia Española de Decanatos de Filosofía del 14 de diciembre próximo pasado.
Son, ambos, argumentos convincentes, irrefutables.