OPINI脫N de Federico Mayor Zaragoza.-
En el ultimo numero de “Futuribles” (Mayo-Junio 2013), Hughes de Jouvenel, uno de los especialistas en prospectiva m谩s acreditados del mundo, dice que son muchos los gobiernos –empezando por el franc茅s- que proclaman su firme voluntad de reducir el desempleo y relanzar el crecimiento econ贸mico pero luego, ante el fracaso reiterado, “debemos preguntarnos si no se agotan vanamente intentando colmatar las brechas de un modelo de desarrollo superado, condenado ineluctablemente a desaparecer”.
Opina que la situaci贸n actual es objeto de dos interpretaciones radicalmente distintas: la de quienes piensan que es coyuntural y esperan todav铆a reverdecer el modelo que conoci贸 su apogeo hace unas d茅cadas, y la de quienes –como 茅l- consideran que los que as铆 piensan se equivocan de 茅poca, que no han comprendido la verdadera naturaleza de la crisis. Cometen dos grandes errores: el primero concierne al diagn贸stico, porqu茅 no estamos ante una situaci贸n pasajera sino en la encrucijada de un modelo de sociedad que no acaba de terminar y otro que no acaba de emerger.
El segundo error consiste en adoptar unas medidas no solamente ineficaces sino contraproducentes, puesto que aplazan los esfuerzos de innovaci贸n que deber铆amos llevar a cabo.
Jouvenel pone de manifiesto la conmoci贸n que ha producido en los escenarios geopol铆ticos y geoecon贸micos mundiales el hecho de que el epicentro se haya desplazado del Atl谩ntico al Pac铆fico. Y la organizaci贸n de las empresas en grandes redes mundiales, progresivamente desconectadas del estrecho marco geogr谩fico en el que siguen operando los Estados.
La econom铆a social de mercado, regulada por el Estado y los agentes sociales, ha sido superada porque las fronteras nacionales son excesivamente “porosas” y, tambi茅n, porque no se han tenido en cuenta las perturbaciones que conlleva la econom铆a de la abundancia sobre el ecosistema.
Es cierto que hay muchos problemas financieros –que esboza- pero el gran desaf铆o deriva de la escasa eficiencia del Estado protector y en la crisis de confianza que implica no conseguir asegurar la indispensable solidaridad entre las generaciones y en el seno de las mismas. Es urgente sentar las bases de un nuevo contrato social m谩s equitativo y adaptado a las necesidades de una nueva 茅poca y a unas generaciones cuyas aspiraciones no son las mismas que las de las anteriores. Quieren vivir, producir y consumir de otra manera.
Un cambio de era se aproxima y –me parece oportuno recordar aqu铆 de nuevo la aseveraci贸n del Presidente John F. Kennedy en junio de 1963- : “… ning煤n desaf铆o se halla fuera del alcance de la capacidad creadora de la especie humana”.
Hay que inventar el futuro.
En el ultimo numero de “Futuribles” (Mayo-Junio 2013), Hughes de Jouvenel, uno de los especialistas en prospectiva m谩s acreditados del mundo, dice que son muchos los gobiernos –empezando por el franc茅s- que proclaman su firme voluntad de reducir el desempleo y relanzar el crecimiento econ贸mico pero luego, ante el fracaso reiterado, “debemos preguntarnos si no se agotan vanamente intentando colmatar las brechas de un modelo de desarrollo superado, condenado ineluctablemente a desaparecer”.
Opina que la situaci贸n actual es objeto de dos interpretaciones radicalmente distintas: la de quienes piensan que es coyuntural y esperan todav铆a reverdecer el modelo que conoci贸 su apogeo hace unas d茅cadas, y la de quienes –como 茅l- consideran que los que as铆 piensan se equivocan de 茅poca, que no han comprendido la verdadera naturaleza de la crisis. Cometen dos grandes errores: el primero concierne al diagn贸stico, porqu茅 no estamos ante una situaci贸n pasajera sino en la encrucijada de un modelo de sociedad que no acaba de terminar y otro que no acaba de emerger.
El segundo error consiste en adoptar unas medidas no solamente ineficaces sino contraproducentes, puesto que aplazan los esfuerzos de innovaci贸n que deber铆amos llevar a cabo.
Jouvenel pone de manifiesto la conmoci贸n que ha producido en los escenarios geopol铆ticos y geoecon贸micos mundiales el hecho de que el epicentro se haya desplazado del Atl谩ntico al Pac铆fico. Y la organizaci贸n de las empresas en grandes redes mundiales, progresivamente desconectadas del estrecho marco geogr谩fico en el que siguen operando los Estados.
La econom铆a social de mercado, regulada por el Estado y los agentes sociales, ha sido superada porque las fronteras nacionales son excesivamente “porosas” y, tambi茅n, porque no se han tenido en cuenta las perturbaciones que conlleva la econom铆a de la abundancia sobre el ecosistema.
Es cierto que hay muchos problemas financieros –que esboza- pero el gran desaf铆o deriva de la escasa eficiencia del Estado protector y en la crisis de confianza que implica no conseguir asegurar la indispensable solidaridad entre las generaciones y en el seno de las mismas. Es urgente sentar las bases de un nuevo contrato social m谩s equitativo y adaptado a las necesidades de una nueva 茅poca y a unas generaciones cuyas aspiraciones no son las mismas que las de las anteriores. Quieren vivir, producir y consumir de otra manera.
Un cambio de era se aproxima y –me parece oportuno recordar aqu铆 de nuevo la aseveraci贸n del Presidente John F. Kennedy en junio de 1963- : “… ning煤n desaf铆o se halla fuera del alcance de la capacidad creadora de la especie humana”.
Hay que inventar el futuro.