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Coge el dinero y corre

OPINIÓN de Javier Madrazo Lavín.- El escándalo de las “tarjetas negras” de Caja Madrid y Bankia pone de manifiesto, una vez más, la prepotencia, la soberbia y cinismo de quienes en España han defendido la política económica más neoliberal y regresiva, vinculando la recuperación a la imposición de la austeridad, los recortes sociales y la privatización de servicios públicos, mientras ellos dilapidaban una fortuna en gastos superfluos, que terminamos pagando todos a escote.

En realidad, es sólo un ejemplo más de tantos casos de corrupción, que se suceden los unos a los otros en una cadena sin fin. Todas las instituciones del Estado están implicadas en esta lacra, que evidencia una falta de moral y ética por parte de muchos de quienes nos representan. En el origen de todos estos atropellos se encuentra la impunidad con la que han obrado y la enorme codicia que han demostrado. De igual manera es innegable que se han socializado estas actuaciones inmorales actuando sus responsables como una auténtica mafia, activando la ley del silencio para protegerse los unos a los otros. De esta telaraña de corrupción tampoco se han librado quienes deberían ser ejemplo de honestidad y rectitud, como son muchos cuadros sindicales y dirigentes políticos de organizaciones de la izquierda. Es incalculable el daño, en imagen y credibilidad, que estas prácticas han generado en estas organizaciones y en el trabajo de la mayoría de sus militantes que luchan día a día de forma generosa y ejemplar.

Hasta la fecha todos estos delitos han quedado impunes; las condenas, cuando las ha habido, han sido testimoniales, demostrando con hechos que la justicia no es igual para todos. Ahora, ante el estallido de la indignación social, la corrupción parece estar por primera vez perseguida, aunque quienes se han servido de los recursos públicos para su enriquecimiento personal permanecen en libertad y con sus cuentas blindadas en paraísos fiscales. Y sin propósito de enmienda.

Las instituciones y sus representantes, para una buena parte de la población, carecen de credibilidad y legitimidad democrática. Se podría decir que se lo han ganado a pulso. Quiénes han ostentado las principales responsabilidades políticas y económicas han demostrado en primer lugar, una gran incapacidad para resolver los problemas de la ciudadanía y en segundo lugar, una falta de escrúpulos y principios para gestionar con honradez los recursos públicos.

Muchos de los que así han actuado, es sí, con el dinero público en cuentas privadas, nos dicen que no hay recursos para financiar políticas sociales, ni pensiones justas, ni prestaciones por desempleo a las personas que pierden su trabajo y no encuentran otro. Tampoco hay fondos para garantizar la educación y la sanidad. Seguro que si devolvieran todo lo que se han llevado la situación sería otra. Nos encontramos en los estertores de la etapa que se inició en la transición del 78. Es urgente una regeneración de la Política y de los dirigentes políticos. De quienes han hecho de la política una profesión. Resulta imprescindible la incorporación de la primarias abiertas a la ciudadanía para elección de los candidatos y candidatas; la posibilidad de la revocación; la limitación de mandatos y de salarios…En definitiva es urgente dar el poder al pueblo y quitárselo a las cúpulas y “aparatos”. En nuestras manos está hacer efectiva la indignación social. Las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo son una buena ocasión para ello. No la desaprovechemos.




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