OPINI脫N de Carola Ch谩vez, Venezuela.- Hace un tiempito, Weil, uno de los caricaturistas consentidos de la oposici贸n, dibuj贸 una vi帽eta en la que dos gaviotas, sobrevuelan un faro de rayas azules y blancas, 铆cono de uno de los clubes de playa privados del litoral central. Comentaban las gaviotas que Venezuela ser铆a un gran pa铆s si funcionara como el Club Puerto Azul.
Al ver la caricatura, mi memoria vol贸 a mis tiempos veintea帽eros, cuando 茅ramos felices y no sab铆amos -porque no hay peor ciego que el que no quiere ver- que el 80% de los los venezolanos viv铆a en la pobreza. En aquellos d铆as, mis fines de semana transcurr铆an dentro de los muros de lo que entonces llamaba “mi lugar favorito del mundo”. Tan favorito era, que hasta mi luna de miel la pas茅 ah铆, por lo que puedo decir que conozco exactamente c贸mo funcionar铆a el pa铆s con el que sue帽an Weil y y quienes aplauden su ocurrencia. Como dicen los gringos: “Been there, done that”.
Veamos, as铆 por encimita: Venezuela ser铆a un pa铆s donde los derechos estar铆an sujetos a la compra de una acci贸n y a la aprobaci贸n de un comit茅 de socios que, bajo la premisa de “el mono, aunque se vista de seda, mono se queda”, decidir铆a si mereces ser como ellos o no.
Las instalaciones del club son de uso exclusivo de los socios, as铆 que imagino que lo mismo pasar铆a en con los colegios, universidades, hospitales, parques, edificios p煤blicos, las playas, of course; incluso las calles y autopistas de la Venezuela so帽ada. Un pa铆s con muros que reservar铆an la mejor parte para aquellos que se autoconsideran como “lo mejor de lo mejor”.
Un pa铆s donde los pobres, siempre necesarios, vivan tras esos muros enormes, para que no se vean, para que no afeen el paisaje, para que no molesten. Que los entren solo a trabajar: a recoger basura que ellos no botaron, a acicalar jardines que no pisotearon, a asegurarse de que la comida llegue a las bocas de otros hijos que no son de ellos… en fin, a hacer que funcione, para los socios, ese pa铆s donde los pobres solo sirven, valga la redundancia, para servir discreta y mansamente
Un pa铆s bello para “la gente bella”, donde el glamour se imponga con una feroz competencia de marcas de moda, de cirug铆as pl谩sticas, de eternas sesiones de pilates. Un pa铆s como las propagandas de la tele, donde todos son blancos, todos millonarios, todos “exitosos, todos Pepsodent -¿O era Oral-B?- Un pa铆s sin esos motorizados hurriblis, sin autobuses llenos de gente que ni carro tiene, sin ranchos a la vista, y ojos que no ven… Un pa铆s sin esa gentuza que pretende vivir como gente y que ahora le dio por exigir sus derechos y ejercerlos.
Y claro, un pa铆s con su democracia haute couture, 90-60-90, a la medida perfecta, con elecciones donde solo votan quienes compraron su membres铆a ciudadana, por otro socio candidato y que todo quede en familia, am茅n. En fin… o sea… ¡Un sue帽o de pa铆s!
A menos, claro, que yo no haya pillado el chiste y que en realidad se tratara de que solo alguien con el cerebro de una gaviota podr铆a querer vivir en un pa铆s que funcione como un club privado para gente nice. S铆, seguramente es eso y yo, como soy chaburra resentida, como siempre, no entend铆.