OPINI脫N de Pablo Linde.- En un mundo en el que se tira comida el hambre de hoy es la m谩s canalla de la historia. Porque, al contrario de lo que ha sucedido en otras 茅pocas, se puede evitar. Mientras que m谩s de 800 millones de personas en el mundo sufren esta afrenta, los cubos de basura se siguen llenando con toneladas de alimentos: reci茅n recogidos de los campos, envasados, cocinados y crudos, por problemas de precios, de est茅tica, de ineficiencias del sistema o de falta de concienciaci贸n. Por causas que son solucionables, porque hoy no existe un problema de producci贸n, sino de reparto, aparte de una letal explosi贸n demogr谩fica.
Una treintena de expertos en la materia se reunieron en Oviedo para encontrar e implementar algunas de estas soluciones en el II Encuentro de la Alianza contra el Hambre y la Malnutrici贸n de Espa帽a. Para buscar soluciones, comenzaron por identificar las causas del desperdicio de los alimentos. Son m煤ltiples y est谩n en toda la cadena, desde el campo hasta la nevera del consumidor. Niki Charalampopoulou, miembro de la ONG Feedback Global, puso algunos ejemplos que muestran el absurdo en el que cae a menudo la industria de la alimentaci贸n. Una f谩brica de pan de molde en el Reino Unido comercializaba su producto sin la impopular 煤ltima rebanada, que en su mayor parte es corteza. Pero es inevitable producirla, as铆 que cada d铆a tiraba a la basura 14.000 de estas rebanadas. Su organizaci贸n le propuso que la reciclase en comida para los cerdos. A partir de ese momento comenzaron a ahorrar unos 140.000 euros al a帽o. Una cadena de supermercados comercializaba jud铆as verdes en unos envases algo m谩s peque帽os que el promedio del producto. Esto hac铆a necesario cortarla por arriba y por abajo para que quedasen perfectamente emparejadas. El resultado era tirar a la basura casi un 10% del alimento, lo que se pudo paliar ajustando el envase. Los agricultores tienen que tirar de media entre un 20% y un 30% de sus cosechas por motivos est茅ticos o ajustes de precios.
En Europa est谩 prohibido alimentar a los cerdos con excedentes o con cualquier producto hecho con prote铆na animal, como consecuencia de la crisis de las vacas locas. “Como resultado, importamos 40.000 toneladas de soja que se produce en Sudam茅rica y que deforesta la Amazon铆a”, lamenta la activista.
Las exigencias en Europa sobre seguridad alimentaria se sometieron a debate. Aunque la conclusi贸n fue que se deben minimizar los riesgos, hubo consenso en que son demasiado estrictas y en que es necesario estudiar flexibilizarlas cuando esto haga posible grandes ahorros de alimento.
Siguiendo por el final de la cadena, existe una falta de concienciaci贸n por parte de los ciudadanos, que no perciben el desperdicio como algo negativo, sino incluso como un s铆mbolo de estatus. La mayor铆a de los ciudadanos no tiene conciencia del impacto social y ambiental que supone tirar tanta comida. Hay una confusi贸n entre valor y precio. Porque en una sociedad donde los alimentos son baratos, tirarlos se considera una peque帽a p茅rdida de dinero, pero no se tienen en cuenta otros factores. “Tenemos que dar un paso m谩s y pensar en problemas de cambio clim谩tico, energ茅ticos, en la huella energ茅tica de los productos que consumimos. No es bueno para el mundo crear productos que viajan de forma innecesaria por el mundo y desperdician energ铆a”, denunci贸 Santiago Men茅ndez de Luarca, representante permanente de Espa帽a ante la FAO. En su opini贸n, “el hambre junto a la estupidez humana” son los dos grandes generadores de conflictos de la humanidad. El lado positivo es que la soluci贸n a la primera est谩 al alcance de nuestra mano.
Muchas soluciones dependen de la industria. Otras en la pol铆tica. Pero para los ciudadanos empieza por [nosotros] (ellos) mismos. Hay una percepci贸n distorsionada del problema del derroche de alimentos: En las encuestas, los consumidores dicen que no tiran comida, pero los cubos de basura est谩n llenos de ella.
Pablo Linde
Periodista
Twitter: @Pablolinde