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La revoluci贸n catalana

OPINI脫N de Ram贸n Cotarelo / Palinuro.- El Pa铆s contin煤a en su ardua campa帽a en contra del independentismo catal谩n a banderas desplegadas. Da cuenta del efecto de la ep铆stola nacional de Gonz谩lez asegurando que El n煤cleo duro independentista trata de desprestigiar a Felipe Gonz谩lez. Se queja de que, en lugar de debatir y refutarle sus razones, lo insulten. Por mi parte he visto bastantes razones por ah铆;incluso he formulado algunas y tampoco parece que las de Gonz谩lez sean para aceptarlas como verdad revelada. El gobierno se ha deshecho enalabanzas de la "cordura" de Gonz谩lez, gran estadista g茅nero jarr贸n chino. Y, con el gobierno, el se帽or Duran, que es "nuestro hombre en Barcelona", el 煤ltimo mohicano portador del seny en Catalu帽a.

Eso el gobierno. La oposici贸n socialista ha cerrado filas con el anciano de la tribu. Tanto Pedro S谩nchez como Miquel Iceta han agradecido a Gonz谩lez el gesto de ilustrarnos sobre el espinoso asunto catal谩n, evidentemente felices, resplandecientes. Iceta cree que la carta gonzalesca es de alguien que conoce y quiere a los catalanes. Que los compare con los nazis y los fascistas, en realidad es un gesto de exuberancia producto de su mucho amor. S谩nchez tambi茅n se identifica con ese discurso nacional espa帽ol suave en la forma pero duro en el fondo. Es el que acu帽贸 la consigna de "¡m谩s Espa帽a!", de la que no ha vuelto a saberse m谩s; el mismo que sac贸 a escena una rojigualda tama帽o campo de f煤tbol y se ha ido a M茅xico a, entre otras cosas, homenajear a L谩zaro C谩rdenas con una corona floral con la rojigualda. No la tricolor. A L谩zaro C谩rdenas, que siempre se mantuvo fiel a la Rep煤blica y jam谩s reconoci贸 el r茅gimen de Franco ni su bandera. Haberle llevado un ramo de claveles, hombre, para ser menos cortesano.

Los partidos din谩sticos, a partir un pi帽贸n pues se trata de "asuntos de Estado", hoy por hoy, Catalu帽a. Se entiende. Son los pilares de lo que la nueva izquierda ven铆a llamando el r茅gimen, cuya columna vertebral era el bipartidismo. El bloque del nacionalismo espa帽ol est谩 en zafarrancho de combate. En su campo tambi茅n se insulta mucho, pero eso a El Pa铆s le interesa menos. En todo caso hay un gran vocer铆o.

Que contrasta con el silencio de las izquierdas espa帽olas no socialdem贸cratas, las que se llaman a s铆 mismas transformadora y la nov铆sima izquierda al desgaire. La aparente bronca entre unionistas y separatistas y sus episodios m谩s o menos sonados, como esa carta de Felipe Gonz谩lez, cual nuevo Zola del siglo XXI, parecen cogerlas con el paso cambiado o ponerlas en un compromiso. De un lado no quieren acercarse al bloque unionista por no parecer falangistas imperiales pero, del otro, tampoco dar siquiera la impresi贸n de simpatizar con el independentismo porque temen perder todos sus votos en el resto de Espa帽a y quedarse como pollos desplumados. As铆 que, ya se sabe, defienden el derecho de autodeterminaci贸n, pero no ahora sino cuando toque. Es decir, silencio. Esta izquierda espa帽ola est谩 fuera de la funci贸n y, en realidad, no tiene papel en la obra.

Y no lo tiene porque no entiende la obra. Su interpretaci贸n del proceso independentista est谩 lastrada por sus dogmas ideol贸gicos. ¿De qu茅 estamos hablando? ¿De una maniobra de la burgues铆a catalana, seg煤n la vieja idea de Jordi Sol茅 sobre la naturaleza del nacionalismo? ¿O quiz谩 de la recomposici贸n de fuerzas en el 谩mbito de lo nacional popular? ¿Incluso, de un error estrat茅gico de la izquierda catalana que, al parecer, se deja enga帽ar por la burgues铆a, haci茅ndole olvidar su verdadera misi贸n en este mundo? Porque aqu铆 no es ya solamente que haya referentes flotantes, es que puede haberlos vac铆os. Es una izquierda desconcertada que trata de encontrar su hueco en un conflicto cuya naturaleza no entiende.

Nadie ha empleado el t茅rmino revoluci贸n. Y es cosa hasta cierto punto l贸gica porque primero hay que aclararse entre las dos posibles acepciones del t茅rmino: una vulgar, mundana, hasta publicitaria, como cuando se habla de la revoluci贸n de los lavavajillas, por ejemplo; y otra m谩s espec铆fica, normalmente empleada en enfoques hist贸ricos o politol贸gicos que implican cambios de r茅gimen, no solo de legalidad sino incluso de principio de legitimidad, un uso que a veces se ha aplicado superando los meros l铆mites de lo pol铆tico, con denominaciones m谩s medi谩ticas, como "revoluci贸n de los claveles" o "revoluci贸n de terciopelo", pero se trata de casos aislados. Bien, ¿por qu茅 no puede llamarse al proceso que est谩 vivi茅ndose en Catalu帽a la revoluci贸n catalana? El nombre no tiene derechos de autor y el contenido es una vivencia subjetiva que mucha gente en Catalu帽a est谩 experimentando de forma directa, inmediata. La vivencia de estar asistiendo al nacimiento de un Estado, de su Estado. (Hab铆a puesto nacimiento de una naci贸n, para aprovechar el tir贸n del t铆tulo de Griffith, aunque con otra intenci贸n, claro, pero un lector me hace observar que la naci贸n catalana es mucho m谩s antigua). La experiencia 煤nica de que el tren de la historia pasa por su vida y solo lo har谩 una vez. Eso es algo que tiene una fuerza de movilizaci贸n extraordinaria y que el bando contrario ni intuye.

Que las izquierdas revolucionarias espa帽olas no hayan visto una revoluci贸n cuando la tienen delante era bastante de esperar porque siempre han sido m谩s espa帽olas que izquierdas y solo reconocen una revoluci贸n si se ajusta a un manual de doctrina. Pero eso no hace menos revoluci贸n la revoluci贸n catalana. Todo depende de las elecciones del 27 de septiembre que, seg煤n el bloque unionista, son unas simples y llanas elecciones auton贸micas y para el resto del planeta son m谩s, mucho m谩s. De su resultado depende lo que suceda en Espa帽a toda al d铆a siguiente. Nada, o, entre otras posibilidades, una Declaraci贸n Unilateral de Independencia, que es un acto t铆picamente revolucionario por el cual el poder constituyente rompe la legalidad y legitimidad anteriores y proclama unas nuevas, una nueva Constituci贸n de una Rep煤blica catalana. O sea, para entendernos, una revoluci贸n. Sire.

La carta de Gonz谩lez no tiene tantas razones como dice El Pa铆s pero s铆 contiene las amenazas de rigor y los miedos habituales. Por boca del expresidente del gobierno habla el temor del nacionalismo espa帽ol a quedarse sin pa铆s, tambi茅n una vivencia colectiva subjetiva 煤nica. De ah矛 que sea tan lamentable que Gonz谩lez se atenga a la Ley de Godwin y compare el independentismo catal谩n con los nazis y los fascistas. Repase algo la historia y la pr贸xima vez que quiera comparar a los independentistas con alguien, h谩galo con los Pa铆ses Bajos, primer Estado moderno en alcanzar la independencia de Espa帽a, que tard贸 ochenta a帽os en reconocerla.

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