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Guatemala: una bomba de tiempo sobre la cabeza

OPINI脫N de Ileana Alamilla.- Saltamos de un drama a otro. Con crisis c铆clicas, cada gobierno enfrenta varias, por lo menos una siempre es muy grave. A Jimmy Morales le han tocado varias seguidas. Ahora estamos todas y todos bajo asedio de la delincuencia m谩s sanguinaria que hayamos visto. J贸venes que no temen a la muerte, la veneran; que carecen de principios y sentimientos. Nadie se los inculc贸. Han lanzado un grito de guerra. Han advertido que veremos de lo que son capaces.

Despu茅s de que la PNC y el Comando Antimotines recuperaron el control del Centro de Reclusi贸n de Menores en conflicto con la ley, conocido como Etapa II, desde adentro, coordinaron el ataque a por lo menos nueve comisar铆as de la Polic铆a en la capital y una en Quetzaltenango. Asesinaron a tres de sus elementos, incluyendo una joven polic铆a de 22 a帽os.

Cuatro monitores perdieron la vida a manos de esos criminales que han lanzado advertencias de continuar con sus acciones violentas. Buscan generar terror y poner a las autoridades de rodillas y a la sociedad en situaci贸n de p谩nico. El plan de seguridad y la mesa de alto nivel que anunci贸 el presidente son un paliativo a la emergencia. Son insuficientes y, si acaso, solo lograr谩 amainar el temporal.

No es posible tener un pa铆s en paz, sin violencia, si la mayor铆a apenas sobrevive, si la ni帽ez no tiene lo que le corresponde, si muchos j贸venes han sido expulsados del sistema, deambulan de un lugar a otro, sin oportunidades de capacitaci贸n ni trabajo. Y no es que la pobreza mec谩nicamente produzca delincuencia, pero en muchos casos, a esos menores transgresores no les ha quedado m谩s remedio que refugiarse en las maras, que cobijan en su seno a quienes la sociedad ha convertido en parias.

Ese segmento de poblaci贸n lumpen, de la calle, despu茅s de provocar enormes sufrimientos a la sociedad, van a los centros correccionales o a las prisiones, en donde contin煤an delinquiendo y “especializ谩ndose” en criminalidad. Expertos han relatado que ellos consideran un privilegio y no un castigo ir a la prisi贸n porque tienen la oportunidad de conocer a los l铆deres de las maras.

El Estado no puede seguir sin rumbo, sin asumir con seriedad y no coyunturalmente la resoluci贸n de la grave problem谩tica del pa铆s. El presidente tiene otra oportunidad; estas crisis son advertencias que recibe sobre la potencial explosividad de la situaci贸n que el pa铆s vive. 脡l debe liderar un esfuerzo nacional para desactivar la bomba que nos puede explotar en cualquier momento. Puede dar un golpe de tim贸n, deshacerse de los funcionarios y allegados que no est谩n cumpliendo con las funciones asignadas, de todos los que no se subordinan a sus 贸rdenes; sacudir a las instituciones del Ejecutivo que est谩n “pasando el agua” y, seg煤n 茅l ha afirmado, tienen miedo de asumir responsabilidades.

El mandatario debe alejarse de asesores incapaces. Buscar colaboradores por m茅ritos, no por complacencias pol铆ticas o afinidades personales. La sabidur铆a de quienes critican debe ser utilizada para apoyar soluciones nacionales. Estamos a tiempo, antes del colapso.

La funci贸n p煤blica requiere valor y tiene que ser reconocida. La sociedad y los periodistas ya no debemos seguir tirando piedras y azuzando el fuego. Estamos en un grave riesgo del que nadie puede asegurar que saldr谩 ileso. Los otros organismos del Estado tambi茅n est谩n en la picota. Y los liderazgos de las 茅lites sociales tienen que contribuir a este esfuerzo de naci贸n. El pa铆s es de todos y de todas. Un estallido social, en las actuales condiciones, conducir铆a al caos. Es hora de intentar recuperar la Patria que estamos perdiendo.















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