OPINI脫N de Marcelo Colussi.- Venezuela est谩 en guerra. Hace largo tiempo que lo est谩, pero en estos 煤ltimos meses todo indica que esa guerra entr贸 en una fase nueva. Para quienes la provocan, pareciera que apuestan a que este sea el momento final de ese enfrentamiento. Es decir: una guerra que tiene que tener un desenlace; y como en toda guerra, uno de los bandos en pugna debe alzarse vencedor, pero para el caso –seg煤n lo que se desprende de los actuales acontecimientos– aplastando al derrotado, no negociando sino neutraliz谩ndolo totalmente, no dejando espacio para la reacci贸n.
“Donde hay balas sobran las palabras”, pudo leerse alguna vez en una pinta callejera an贸nima cuando el inicio de una dictadura sangrienta, una m谩s de tantas que poblaron la regi贸n latinoamericana. Cuando se pasa de las palabras, los s铆mbolos, la b煤squeda de consenso, al hecho concreto (las balas, la violencia descarnada, la intervenci贸n armada y sanguinaria), lo 煤nico que cuenta es la fuerza bruta. En Venezuela pareciera que se va hacia esto.
Ahora bien: llegar al uso de la fuerza bruta, al menos en t茅rminos de las din谩micas socio-pol铆ticas, no es algo sencillo, requiere de preparaciones. Las guerras no surgen por generaci贸n espont谩nea. Son posibles, sin dudas, (“la violencia es la partera de la humanidad”, dijo Marx) pero las poblaciones, o las fuerzas armadas, no hacen uso de la violencia solo por un presunto “esp铆ritu agresivo” siempre listo a entrar en acci贸n: es necesario un condicionamiento social-pol铆tico-ideol贸gico-cultural que prepare las condiciones. Solo porque s铆 (salvo un caso de trastorno mental: un psic贸tico o un psic贸pata por ejemplo) nadie mata a su vecino. La moral social, la culpa se impone. Los llamados “normales” (aquellos que estructuralmente somos neur贸ticos) nos regimos por normas de convivencia; las podemos transgredir circunstancialmente, pero en t茅rminos generales las respetamos. El respeto a la norma nos contiene.
¿C贸mo es posible que alguien mate a otro ser humano? Hay que despersonalizar a esa v铆ctima: hay que transformarla en un “enemigo”, una cosa sin valor, un “malo de la pel铆cula”. Solo as铆 alguien “normal” puede saltar una regla b谩sica como es la prohibici贸n del asesinato y permitirse ver al otro como “peligro”, un “enemigo” deshumanizado (sin nombre, sin historia, sin sentimientos), pudi茅ndole quitar la vida sin culpa. Cuando en la guerra se mata a otro, nadie se siente un asesino: en todo caso, en nombre de determinados ideales (defensa de la patria, causa justiciera, etc.), cualquiera, dadas las circunstancias, puede empu帽ar un arma y aniquilar a otro ser humano. M谩s a煤n: la guerra premia a quien m谩s “enemigos” mata. Se es un h茅roe de la patria, se le condecora; de ah铆 que, terminada la guerra, es tan dif铆cil hacer ese pasaje hacia un nuevo mundo de legalidad y respeto al otro donde, si se mata, se es un delincuente[1].
Para que haya violencia f铆sica desatada, organizada, planificada sistem谩ticamente (para que haya balas, en otros t茅rminos), es necesario preparar las condiciones que permitan no ver al otro como un ser humano sino como un “enemigo”, un peligro, un posible atentado contra mi propia seguridad, una cosa maligna. Para lograr eso existen las llamadas operaciones psicol贸gicas (guerra de cuarta generaci贸n, como se le ha dado en llamar recientemente). En otros t茅rminos: la Psicolog铆a, en tanto ciencia, a favor de un proyecto de dominaci贸n (lo que la transforma en mera tecnolog铆a ideologizada, en pr谩ctica vasalla al servicio del poder, quit谩ndole su pretendida seriedad cient铆fica).
“Una masa perpetuamente balance谩ndose al borde de la inconsciencia, pronta a ceder a todas las sugestiones, poseyendo toda la violencia de sentimiento propia de los seres que no pueden apelar a la influencia de la raz贸n, desprovista de toda facultad cr铆tica, no puede ser m谩s que excesivamente cr茅dula”[2], anunciaba a inicios del siglo XX el iniciador de la Psicolog铆a de las multitudes, el franc茅s Gustave Le Bon. A partir de esos fen贸menos, los a帽os posteriores nos fueron confrontando con la aplicaci贸n pr谩ctica de esos principios. As铆, el Ministro de Comunicaciones del r茅gimen nazi, el alem谩n Joseph Goebbels, padre de la manipulaci贸n medi谩tica moderna, pudo decir: “¿A qui茅n debe dirigirse la propaganda: a los intelectuales o a la masa menos instruida? ¡Debe dirigirse siempre y 煤nicamente a la masa! (...) Toda propaganda debe ser popular y situar su nivel en el l铆mite de las facultades de asimilaci贸n del m谩s corto de alcances de entre aquellos a quienes se dirige. (…) La facultad de asimilaci贸n de la masa es muy restringida, su entendimiento limitado; por el contrario, su falta de memoria es muy grande. Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de f贸rmulas repetidas por tanto tiempo como sea necesario, para que el 煤ltimo de los oyentes sea tambi茅n capaz de captar la idea”[3]. En otros t茅rminos, su famosa frase que lo resume: “Miente, miente, miente, que algo queda”.
Esa suerte de “psicolog铆a”, si as铆 puede llam谩rsele, esa t茅cnica de manipulaci贸n, esa herramienta diab贸lica al servicio de la dominaci贸n y la explotaci贸n, dio como resultado una “ingenier铆a humana” dedicada al control social de grandes mayor铆as. De esa cuenta, un ide贸logo de la derecha conservadora estadounidense, el polaco-norteamericano Zbigniew Brzezinsky, lo dijo magn铆ficamente: “En la sociedad tecnotr贸nica el rumbo lo marca la suma de apoyo individual de millones de ciudadanos incoordinados que caen f谩cilmente en el radio de acci贸n de personalidades magn茅ticas y atractivas, quienes explotan de modo efectivo las t茅cnicas m谩s eficientes para manipular las emociones y controlar la raz贸n”[4]
Las guerras se preparan. En Venezuela, hoy d铆a se est谩 preparando una guerra; o m谩s a煤n: ya est谩 en curso una guerra, de momento medi谩tico-psicol贸gica, prepar谩ndose condiciones para –muy probablemente– una posterior intervenci贸n armada.
¿Por qu茅 esta guerra? La misma no se puede entender solo por causas end贸genas: debe verse en el marco de lo que significa ese pa铆s y el papel jugado globalmente por la principal potencia capitalista mundial: Estados Unidos. Lo que mueve todo esto es la afanosa, imperiosa necesidad de la gran potencia por el petr贸leo.
Las reservas de oro negro que tiene Venezuela aseguran un aprovisionamiento para la econom铆a estadounidense para todo lo que resta del presente siglo, considerando a煤n el aumento geom茅trico de la demanda. Eso es vital para el funcionamiento de la primera econom铆a capitalista (el petr贸leo mueve el mundo), y vital para las grandes multinacionales petroleras que lucran con ese negocio, estadounidenses principalmente, y tambi茅n europeas. “As铆 como los gobiernos de los Estados Unidos [y otras potencias capitalistas] necesitan las empresas petroleras para garantizar el combustible necesario para su capacidad de guerra global, las compa帽铆as petroleras necesitan de sus gobiernos y su poder militar para asegurar el control de yacimientos de petr贸leo en todo el mundo y las rutas de transporte” (James Paul, Global Policy Forum).
Dicho m谩s claramente a煤n: la guerra que se libra en Venezuela es la guerra de unos grandes pulpos comerciales que no quieren perder un hiper rentable negocio que les asegurar谩 miles de millones de d贸lares por muchas d茅cadas. Guerra que se articula, igualmente, con una derecha nacional que fue siempre la burocracia administradora y testaferra de esas compa帽铆as, y que ahora, con la Revoluci贸n Bolivariana en curso, se encuentra desplazada.
Ahora bien: no se puede invadir Venezuela de un d铆a para otro. Hay que crear el clima para que el gobierno nacionalista/socialista actual (iniciado por Hugo Ch谩vez, continuado por Nicol谩s Maduro) se aleje del poder. Hasta ahora, todas las maniobras desplegadas (por el gobierno de Estados Unidos, por la derecha vern谩cula, por el coro conservador que acompa帽a esas iniciativas a lo largo del mundo) fracasaron. Pero la guerra iniciada a principios de este a帽o parece que est谩 logrando otros resultados. Es m谩s que probable que el Departamento de Estado, en Washington, ya tenga trazados todos los planes que seguir谩n, con sus distintas variantes. Todo indica que lo que se viene puede ser mortal para el proceso bolivariano. Van por la cabeza de Maduro, van por terminar de una buena vez con todo ese proceso, van por las inconmensurables reservas de la franja del Orinoco. Lo que comenz贸 es una brutal guerra psicol贸gico-medi谩tica. Steven Metz dice sin ambages en qu茅 consiste la misma: “Generalmente busca generar un impacto psicol贸gico de magnitud, tal como un shock o una confusi贸n, que afecte la iniciativa, la libertad de acci贸n o los deseos del oponente; requiere una evaluaci贸n previa de las vulnerabilidades del oponente y suele basarse en t谩cticas, armas o tecnolog铆as innovadoras y no tradicionales”[5]. Hace meses que esto se viene haciendo en Venezuela.
Seguramente las actuales acciones est谩n preparando la nueva fase: la necesidad de intervenci贸n de una fuerza militar internacional, probablemente de la OEA, quiz谩 de la ONU, que intente “reinstalar la democracia perdida”. La avanzada medi谩tica a que asistimos, que ya lleva meses, ha ido creando la matriz necesaria. La prensa, que ya no es el cuarto poder, que ya subi贸 de categor铆a (pues es quien fija realmente la agenda pol铆tico-cultural, las prioridades, la que moldea la bendita “opini贸n p煤blica”), viene presentando la situaci贸n venezolana como un caos, un desastre generalizado donde se combinan escasez econ贸mica, crisis pol铆tica y, m谩s recientemente, virtual guerra civil, ya con alrededor de 50 muertos. “Venezuela se enfrenta ahora a la inestabilidad econ贸mica, social y pol铆tica significativa debido a la rampante violencia, la delincuencia y la pobreza, la inflaci贸n galopante, la grave escasez de alimentos, medicinas y electricidad”, anunciaba el general John Kelly ante el Comit茅 Senatorial de Servicios Armados del Congreso el 12 de marzo de 2015. Un a帽o despu茅s, el Almirante Kurt Tidd, Jefe del Comando Sur, informaba en Washington que “Venezuela atraviesa un per铆odo de inestabilidad significativa el a帽o en curso debido a la escasez generalizada de medicamentos y comida, una constante incertidumbre pol铆tica y el empeoramiento de la situaci贸n econ贸mica”. ¿Gui贸n ya establecido?
En el Documento “Plan para intervenir a Venezuela del Comando Sur de Estados Unidos: Operaci贸n Venezuela Freedom-2”, de inicios del 2016 –gui贸n de la novela ya escrita– puede leerse como algunas de las acciones a seguir: “(…) c) Aislamiento internacional y descalificaci贸n como sistema democr谩tico, ya que no respeta la autonom铆a y la separaci贸n de poderes. d) Generaci贸n de un clima propicio para la aplicaci贸n de la Carta Democr谩tica de la OEA”.
La crisis de escasez est谩 generada por la especulaci贸n y el mercado negro implementados por el mismo empresariado local; la crisis pol铆tica es una artera maniobra de las fuerzas pol铆ticas de derecha, nucleadas en la Mesa de la Unidad Democr谩tica –MUD–, financiadas y teledirigidas por la Casa Blanca; y la virtual situaci贸n de guerra civil es un escenario fabricado por bandas de matones a sueldo y francotiradores que aterrorizan a la poblaci贸n. La imagen que todo ello posibilita ir creando, interna e internacionalmente, es de desastre humanitario, de r铆os de sangre, de situaci贸n de ingobernabilidad absoluta.
La situaci贸n no es ingobernable, pero esa guerra psicol贸gica lleva a que lo sea. Las muertes de personas –entre ellos, un joven chavista linchado por hordas antichavistas–, la quema de unidades de transporte, los ataques a edificios gubernamentales, son reales, sin duda. Su magnificaci贸n, la forma en que se presentan, los artificios que logran las tomas televisivas que muestran “cientos y cientos de miles de personas hastiadas del r茅gimen castro-comunista del dictador Maduro” han logrado disociar/esquizofrenizar la opini贸n p煤blica global (la venezolana en principio, la planetaria luego), para pedir a gritos una “soluci贸n”.
La poblaci贸n, como siempre, queda en el medio, v铆ctima de esa manipulaci贸n. Lo que dec铆a Goebbels hace casi 100 a帽os, o lo que la Psicolog铆a de las Multitudes ya entreve铆a en los albores del siglo XX (“las masas son incre铆blemente manipulables, las masas se mueven por sentimientos primitivos”) permite crear las condiciones para que las multinacionales roben una vez m谩s un petr贸leo que no les pertenece (tal como hicieron y siguen haciendo en Medio Oriente o en el 脕frica).
¿Qu茅 sigue ahora en la Revoluci贸n Bolivariana de Venezuela? Todos los indicios muestran que el plan de la Casa Blanca sigue los patrones de lo hecho ya en Irak o en Libia, donde se “inventaron” guerras civiles que permitieron derrocar a los “dictadores” correspondientes: Saddam Hussein y Mohamed Khadafi. La guerra psicol贸gica prepara el escenario para, luego, derrocar al gobernante de turno utilizando la fuerza bruta (“donde hay balas sobran las palabras”). Los fantasmas de la Guerra Fr铆a se siguen agitando igual que hace 60 a帽os, y lamentablemente, la poblaci贸n sigue “comprando esos espejitos de colores”.
Como campo popular, oponer otra guerra psicol贸gica de igual cu帽o es imposible (y 茅ticamente despreciable). La prensa veraz –que por supuesto existe– no puede ante esa prensa comercial mundial que “miente, miente, miente” porque sabe que “una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad”. Quiz谩, como dec铆a aquella pinta de ese pa铆s latinoamericano, se acab贸 el tiempo de las palabras y es hora de las acciones. ¡Organizaci贸n popular! ¡Fuerzas armadas fieles a la revoluci贸n y poblaci贸n preparada para hacer frente a lo que venga! Tal vez no hay otra alternativa. Si no, el precio a pagar puede ser muy alto.
mmcolussi@gmail.com
https://www.facebook.com/marcelo.colussi.33
“Donde hay balas sobran las palabras”, pudo leerse alguna vez en una pinta callejera an贸nima cuando el inicio de una dictadura sangrienta, una m谩s de tantas que poblaron la regi贸n latinoamericana. Cuando se pasa de las palabras, los s铆mbolos, la b煤squeda de consenso, al hecho concreto (las balas, la violencia descarnada, la intervenci贸n armada y sanguinaria), lo 煤nico que cuenta es la fuerza bruta. En Venezuela pareciera que se va hacia esto.
Ahora bien: llegar al uso de la fuerza bruta, al menos en t茅rminos de las din谩micas socio-pol铆ticas, no es algo sencillo, requiere de preparaciones. Las guerras no surgen por generaci贸n espont谩nea. Son posibles, sin dudas, (“la violencia es la partera de la humanidad”, dijo Marx) pero las poblaciones, o las fuerzas armadas, no hacen uso de la violencia solo por un presunto “esp铆ritu agresivo” siempre listo a entrar en acci贸n: es necesario un condicionamiento social-pol铆tico-ideol贸gico-cultural que prepare las condiciones. Solo porque s铆 (salvo un caso de trastorno mental: un psic贸tico o un psic贸pata por ejemplo) nadie mata a su vecino. La moral social, la culpa se impone. Los llamados “normales” (aquellos que estructuralmente somos neur贸ticos) nos regimos por normas de convivencia; las podemos transgredir circunstancialmente, pero en t茅rminos generales las respetamos. El respeto a la norma nos contiene.
¿C贸mo es posible que alguien mate a otro ser humano? Hay que despersonalizar a esa v铆ctima: hay que transformarla en un “enemigo”, una cosa sin valor, un “malo de la pel铆cula”. Solo as铆 alguien “normal” puede saltar una regla b谩sica como es la prohibici贸n del asesinato y permitirse ver al otro como “peligro”, un “enemigo” deshumanizado (sin nombre, sin historia, sin sentimientos), pudi茅ndole quitar la vida sin culpa. Cuando en la guerra se mata a otro, nadie se siente un asesino: en todo caso, en nombre de determinados ideales (defensa de la patria, causa justiciera, etc.), cualquiera, dadas las circunstancias, puede empu帽ar un arma y aniquilar a otro ser humano. M谩s a煤n: la guerra premia a quien m谩s “enemigos” mata. Se es un h茅roe de la patria, se le condecora; de ah铆 que, terminada la guerra, es tan dif铆cil hacer ese pasaje hacia un nuevo mundo de legalidad y respeto al otro donde, si se mata, se es un delincuente[1].
Para que haya violencia f铆sica desatada, organizada, planificada sistem谩ticamente (para que haya balas, en otros t茅rminos), es necesario preparar las condiciones que permitan no ver al otro como un ser humano sino como un “enemigo”, un peligro, un posible atentado contra mi propia seguridad, una cosa maligna. Para lograr eso existen las llamadas operaciones psicol贸gicas (guerra de cuarta generaci贸n, como se le ha dado en llamar recientemente). En otros t茅rminos: la Psicolog铆a, en tanto ciencia, a favor de un proyecto de dominaci贸n (lo que la transforma en mera tecnolog铆a ideologizada, en pr谩ctica vasalla al servicio del poder, quit谩ndole su pretendida seriedad cient铆fica).
“Una masa perpetuamente balance谩ndose al borde de la inconsciencia, pronta a ceder a todas las sugestiones, poseyendo toda la violencia de sentimiento propia de los seres que no pueden apelar a la influencia de la raz贸n, desprovista de toda facultad cr铆tica, no puede ser m谩s que excesivamente cr茅dula”[2], anunciaba a inicios del siglo XX el iniciador de la Psicolog铆a de las multitudes, el franc茅s Gustave Le Bon. A partir de esos fen贸menos, los a帽os posteriores nos fueron confrontando con la aplicaci贸n pr谩ctica de esos principios. As铆, el Ministro de Comunicaciones del r茅gimen nazi, el alem谩n Joseph Goebbels, padre de la manipulaci贸n medi谩tica moderna, pudo decir: “¿A qui茅n debe dirigirse la propaganda: a los intelectuales o a la masa menos instruida? ¡Debe dirigirse siempre y 煤nicamente a la masa! (...) Toda propaganda debe ser popular y situar su nivel en el l铆mite de las facultades de asimilaci贸n del m谩s corto de alcances de entre aquellos a quienes se dirige. (…) La facultad de asimilaci贸n de la masa es muy restringida, su entendimiento limitado; por el contrario, su falta de memoria es muy grande. Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de f贸rmulas repetidas por tanto tiempo como sea necesario, para que el 煤ltimo de los oyentes sea tambi茅n capaz de captar la idea”[3]. En otros t茅rminos, su famosa frase que lo resume: “Miente, miente, miente, que algo queda”.
Esa suerte de “psicolog铆a”, si as铆 puede llam谩rsele, esa t茅cnica de manipulaci贸n, esa herramienta diab贸lica al servicio de la dominaci贸n y la explotaci贸n, dio como resultado una “ingenier铆a humana” dedicada al control social de grandes mayor铆as. De esa cuenta, un ide贸logo de la derecha conservadora estadounidense, el polaco-norteamericano Zbigniew Brzezinsky, lo dijo magn铆ficamente: “En la sociedad tecnotr贸nica el rumbo lo marca la suma de apoyo individual de millones de ciudadanos incoordinados que caen f谩cilmente en el radio de acci贸n de personalidades magn茅ticas y atractivas, quienes explotan de modo efectivo las t茅cnicas m谩s eficientes para manipular las emociones y controlar la raz贸n”[4]
Las guerras se preparan. En Venezuela, hoy d铆a se est谩 preparando una guerra; o m谩s a煤n: ya est谩 en curso una guerra, de momento medi谩tico-psicol贸gica, prepar谩ndose condiciones para –muy probablemente– una posterior intervenci贸n armada.
¿Por qu茅 esta guerra? La misma no se puede entender solo por causas end贸genas: debe verse en el marco de lo que significa ese pa铆s y el papel jugado globalmente por la principal potencia capitalista mundial: Estados Unidos. Lo que mueve todo esto es la afanosa, imperiosa necesidad de la gran potencia por el petr贸leo.
Las reservas de oro negro que tiene Venezuela aseguran un aprovisionamiento para la econom铆a estadounidense para todo lo que resta del presente siglo, considerando a煤n el aumento geom茅trico de la demanda. Eso es vital para el funcionamiento de la primera econom铆a capitalista (el petr贸leo mueve el mundo), y vital para las grandes multinacionales petroleras que lucran con ese negocio, estadounidenses principalmente, y tambi茅n europeas. “As铆 como los gobiernos de los Estados Unidos [y otras potencias capitalistas] necesitan las empresas petroleras para garantizar el combustible necesario para su capacidad de guerra global, las compa帽铆as petroleras necesitan de sus gobiernos y su poder militar para asegurar el control de yacimientos de petr贸leo en todo el mundo y las rutas de transporte” (James Paul, Global Policy Forum).
Dicho m谩s claramente a煤n: la guerra que se libra en Venezuela es la guerra de unos grandes pulpos comerciales que no quieren perder un hiper rentable negocio que les asegurar谩 miles de millones de d贸lares por muchas d茅cadas. Guerra que se articula, igualmente, con una derecha nacional que fue siempre la burocracia administradora y testaferra de esas compa帽铆as, y que ahora, con la Revoluci贸n Bolivariana en curso, se encuentra desplazada.
Ahora bien: no se puede invadir Venezuela de un d铆a para otro. Hay que crear el clima para que el gobierno nacionalista/socialista actual (iniciado por Hugo Ch谩vez, continuado por Nicol谩s Maduro) se aleje del poder. Hasta ahora, todas las maniobras desplegadas (por el gobierno de Estados Unidos, por la derecha vern谩cula, por el coro conservador que acompa帽a esas iniciativas a lo largo del mundo) fracasaron. Pero la guerra iniciada a principios de este a帽o parece que est谩 logrando otros resultados. Es m谩s que probable que el Departamento de Estado, en Washington, ya tenga trazados todos los planes que seguir谩n, con sus distintas variantes. Todo indica que lo que se viene puede ser mortal para el proceso bolivariano. Van por la cabeza de Maduro, van por terminar de una buena vez con todo ese proceso, van por las inconmensurables reservas de la franja del Orinoco. Lo que comenz贸 es una brutal guerra psicol贸gico-medi谩tica. Steven Metz dice sin ambages en qu茅 consiste la misma: “Generalmente busca generar un impacto psicol贸gico de magnitud, tal como un shock o una confusi贸n, que afecte la iniciativa, la libertad de acci贸n o los deseos del oponente; requiere una evaluaci贸n previa de las vulnerabilidades del oponente y suele basarse en t谩cticas, armas o tecnolog铆as innovadoras y no tradicionales”[5]. Hace meses que esto se viene haciendo en Venezuela.
Seguramente las actuales acciones est谩n preparando la nueva fase: la necesidad de intervenci贸n de una fuerza militar internacional, probablemente de la OEA, quiz谩 de la ONU, que intente “reinstalar la democracia perdida”. La avanzada medi谩tica a que asistimos, que ya lleva meses, ha ido creando la matriz necesaria. La prensa, que ya no es el cuarto poder, que ya subi贸 de categor铆a (pues es quien fija realmente la agenda pol铆tico-cultural, las prioridades, la que moldea la bendita “opini贸n p煤blica”), viene presentando la situaci贸n venezolana como un caos, un desastre generalizado donde se combinan escasez econ贸mica, crisis pol铆tica y, m谩s recientemente, virtual guerra civil, ya con alrededor de 50 muertos. “Venezuela se enfrenta ahora a la inestabilidad econ贸mica, social y pol铆tica significativa debido a la rampante violencia, la delincuencia y la pobreza, la inflaci贸n galopante, la grave escasez de alimentos, medicinas y electricidad”, anunciaba el general John Kelly ante el Comit茅 Senatorial de Servicios Armados del Congreso el 12 de marzo de 2015. Un a帽o despu茅s, el Almirante Kurt Tidd, Jefe del Comando Sur, informaba en Washington que “Venezuela atraviesa un per铆odo de inestabilidad significativa el a帽o en curso debido a la escasez generalizada de medicamentos y comida, una constante incertidumbre pol铆tica y el empeoramiento de la situaci贸n econ贸mica”. ¿Gui贸n ya establecido?
En el Documento “Plan para intervenir a Venezuela del Comando Sur de Estados Unidos: Operaci贸n Venezuela Freedom-2”, de inicios del 2016 –gui贸n de la novela ya escrita– puede leerse como algunas de las acciones a seguir: “(…) c) Aislamiento internacional y descalificaci贸n como sistema democr谩tico, ya que no respeta la autonom铆a y la separaci贸n de poderes. d) Generaci贸n de un clima propicio para la aplicaci贸n de la Carta Democr谩tica de la OEA”.
La crisis de escasez est谩 generada por la especulaci贸n y el mercado negro implementados por el mismo empresariado local; la crisis pol铆tica es una artera maniobra de las fuerzas pol铆ticas de derecha, nucleadas en la Mesa de la Unidad Democr谩tica –MUD–, financiadas y teledirigidas por la Casa Blanca; y la virtual situaci贸n de guerra civil es un escenario fabricado por bandas de matones a sueldo y francotiradores que aterrorizan a la poblaci贸n. La imagen que todo ello posibilita ir creando, interna e internacionalmente, es de desastre humanitario, de r铆os de sangre, de situaci贸n de ingobernabilidad absoluta.
La situaci贸n no es ingobernable, pero esa guerra psicol贸gica lleva a que lo sea. Las muertes de personas –entre ellos, un joven chavista linchado por hordas antichavistas–, la quema de unidades de transporte, los ataques a edificios gubernamentales, son reales, sin duda. Su magnificaci贸n, la forma en que se presentan, los artificios que logran las tomas televisivas que muestran “cientos y cientos de miles de personas hastiadas del r茅gimen castro-comunista del dictador Maduro” han logrado disociar/esquizofrenizar la opini贸n p煤blica global (la venezolana en principio, la planetaria luego), para pedir a gritos una “soluci贸n”.
La poblaci贸n, como siempre, queda en el medio, v铆ctima de esa manipulaci贸n. Lo que dec铆a Goebbels hace casi 100 a帽os, o lo que la Psicolog铆a de las Multitudes ya entreve铆a en los albores del siglo XX (“las masas son incre铆blemente manipulables, las masas se mueven por sentimientos primitivos”) permite crear las condiciones para que las multinacionales roben una vez m谩s un petr贸leo que no les pertenece (tal como hicieron y siguen haciendo en Medio Oriente o en el 脕frica).
¿Qu茅 sigue ahora en la Revoluci贸n Bolivariana de Venezuela? Todos los indicios muestran que el plan de la Casa Blanca sigue los patrones de lo hecho ya en Irak o en Libia, donde se “inventaron” guerras civiles que permitieron derrocar a los “dictadores” correspondientes: Saddam Hussein y Mohamed Khadafi. La guerra psicol贸gica prepara el escenario para, luego, derrocar al gobernante de turno utilizando la fuerza bruta (“donde hay balas sobran las palabras”). Los fantasmas de la Guerra Fr铆a se siguen agitando igual que hace 60 a帽os, y lamentablemente, la poblaci贸n sigue “comprando esos espejitos de colores”.
Como campo popular, oponer otra guerra psicol贸gica de igual cu帽o es imposible (y 茅ticamente despreciable). La prensa veraz –que por supuesto existe– no puede ante esa prensa comercial mundial que “miente, miente, miente” porque sabe que “una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad”. Quiz谩, como dec铆a aquella pinta de ese pa铆s latinoamericano, se acab贸 el tiempo de las palabras y es hora de las acciones. ¡Organizaci贸n popular! ¡Fuerzas armadas fieles a la revoluci贸n y poblaci贸n preparada para hacer frente a lo que venga! Tal vez no hay otra alternativa. Si no, el precio a pagar puede ser muy alto.
mmcolussi@gmail.com
https://www.facebook.com/marcelo.colussi.33
[1] “Terminada la guerra volvi贸 el soldado a casa. Pero no ten铆a ni un mendrugo. Vio a alguien con un pan, y lo mat贸. ¡No debes matar!, dijo el juez. ¿Por qu茅 no?, pregunt贸 el soldado”, elocuente poema de Wolfgang Borchet.
[2] Le Bon, G. (2004) “Psicolog铆a de las masas. Estudio sobre Psicolog铆a de las multitudes”. Buenos Aires: La Editorial Virtual.
[3] Goebbels, J. En un art铆culo publicado el 30 de abril de 1928 en “Der Angriff”, 贸rgano de prensa del Nacional Socialismo.
[4] Brzezinsky, Z. (1968). The Technetronic Society. En Encounter, Vol. XXX, No. 1 (Enero).
[5] Metz, S. En Bartolom茅, M. (S/F) “Las guerras asim茅tricas y de cuarta generaci贸n dentro del pensamiento venezolano en materia de seguridad y justicia”.
[2] Le Bon, G. (2004) “Psicolog铆a de las masas. Estudio sobre Psicolog铆a de las multitudes”. Buenos Aires: La Editorial Virtual.
[3] Goebbels, J. En un art铆culo publicado el 30 de abril de 1928 en “Der Angriff”, 贸rgano de prensa del Nacional Socialismo.
[4] Brzezinsky, Z. (1968). The Technetronic Society. En Encounter, Vol. XXX, No. 1 (Enero).
[5] Metz, S. En Bartolom茅, M. (S/F) “Las guerras asim茅tricas y de cuarta generaci贸n dentro del pensamiento venezolano en materia de seguridad y justicia”.