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Esos perversos trasvestidos... sin orgullo

OPINIÓN de Ana Cuevas Pascual.- Para mí, existen varios tipos de travestis. Los que de forma libre y voluntaria deciden ponerse ropa que, convencionalmente, se considera propia del sexo ¿opuesto? O los que se mudan de discurso según la tendencia que esté en auge en cada temporada.

Y luego hay otra clasificación, menos glamurosa y más tétrica, que está compuesta por individuos que habitan en el tercer milenio físicamente, que también usan faldas como los primeros, pero que llevan a Torquemada tatuado en el corazón. En esa categoría ha entrado arrasando por pleno derecho un cura de Hospitalet de Llobregat, mosén Custodi Ballester, que en mitad de una homilía se marcó un streep-tease emocional y vomitó su homofobia sobre los sobrecogidos parroquianos. Nada nuevo perteneciendo a una institución tan respetuosa y asertiva con los derechos y libertades sexuales de los seres humanos. Pero como la hoguera y el potro ya forman parte de nuestro glorioso pasado, ahora se conforman con llamarte enfermo, vicioso, pecador, degenerado y augurarte que vas a ir de cabecica al infierno. Con los pederastas que salen a racimos por las sacristías de todo el mundo son algo más laxos, más permisivos. Ya se sabe que la culpa es de los niños, ¡que van provocando!

Y estos son de los más lights del ranking. Porque en países musulmanes como Arabia Saudí, Afganistán, Irán, Pakistán, Sudán, Yemen y Nigeria, la homosexualidad se castiga con la pena de muerte. Y sus verdugos también van travestidos con vaporosas falditas y turbadores turbantes. Y curiosamente se cogen de la mano, macho contra macho, mientras sellan su homofobia comiéndose la boca. Dicen que son costumbres. Yo creo que aquí Freud, también tendría tajo.

Porque no me digan que no es raro tanto odio gratuito hacia la diferencia. Quiero pensar que esa necesidad de control de algo tan íntimo y personal como es la sexualidad de los demás tiene que deberse a algún tipo de trauma o estado represivo. Pero puede que solo sea idiocia y pura maldad. Que de eso en el planeta, andamos muy sobrados.

Hablando de idiocia y de tipos malos me voy con los del segundo grupo. Los que cambian sus valores éticos al puro estilo grouchomarxista. Ya saben: si no les convencen mis principios, tengo otros. A éstos les pierde la maldita hemeroteca. Por ejemplo a don Mariano, el presidente "pasmaó", que en el 2005 dejó claro que desaprobaba el matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de que pudieran adoptar. De Marianico podemos recopilar estas perlas para la historia; "Una institución para la procreación, eso es y debe ser siempre el matrimonio". ¿Acaso sugería el presidente que las parejas estériles no deberían casarse?

Menos mal que vinieron Aznar y señora a echarle un capote. El primero afirmando que el matrimonio homosexual ofendía a la población española. Personalmente, a mi me ofenden más los crímenes de guerra que la sexualidad libre entre adultos. Cosas de rojos, ya se sabe.

Y esa Ana Botella, enredándose en una macedonia de inverosímiles híbridos entre peras y manzanas para justificar que la diversidad sexual va contra natura. Como los cereales transgénicos o peor. Una intervención memorable y demencial donde las haya. Aunque habiendo mamado de las ubres ideológicas de Fraga, ¿qué se puede esperar? "Yo no tengo nada contra los homosexuales, pero que encima no se pongan orgullosos de funcionar al revés".(M.F.I.) Un icono del movimiento LGTB.

Como Jorge Fernández Díaz, que aseguraba que existe una conspiración gay que amenaza la pervivencia del planeta. Tranquilo buen hombre, que de gente, como de burricie, tampoco estamos escasos. Más bien de recursos y de un reparto equitativo de la riqueza. Más que nada por mantener vivos a los que ya han ido naciendo y se nos mueren huyendo del hambre y de las guerras.

Tengo entendido que a la boda de Javier Maroto, con otro señor, acudió la plana mayor del partido popular. Se guardaron sus rancios principios homófobos debajo del misal y se travistieron con la más hipócrita de las sonrisas celebrando el himeneo. ¿Y el bueno de Maroto? ¿Es que con el lío de la boda se le perdieron el orgullo y la memoria? ¡Debió ser entrañable celebrar sus nupcias rodeado de gente que tanto le desprecia por ser como es! Pero así es la política para muchos, puro postureo. Haciéndose el digno, no se trepa.

En fin, que se me ocurre proponer el día del homófobo rancio y peligroso para aglutinarlos a todos en varias lanzaderas espaciales y mandarlos fuera del planeta, en busca de un arco iris que ilumine sus lóbregas mentes y dejen vivir al prójimo en paz.

Para que dejen de fiscalizar y juzgar la libertad sexual de los demás y aprendan a experimentar con la suya. Seguro que más de un imán y un obispo encontrarían el pórtico de la gloria donde menos se lo esperan. Aunque no puedo sobreponerme a la imagen de Aznar mostrando su musculado torso en una carroza el día del orgullo. Tampoco hay que flipar demasiado. Hay cosas que sí son contra natura. Por mucho que una serpiente mude de piel, al final siempre sale la serpiente...




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