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Primero de mayo de 1968: "La CGT de los Argentinos"


La CGT de los Argentinos fue una experiencia clasista y antiburocr谩tica. En la primera edici贸n de su peri贸dico, del 1潞 de mayo de 1968, apareci贸 el “Programa” que propuso a los trabajadores. La publicaci贸n fue editada por el periodista Rodolfo Walsh.

Rodolfo Walsh, Enrique Coronel, Jos茅 V谩zquez, Ricardo de Luca y Raimundo Ongaro. Los principales orientadores del peri贸dico en una conferencia de prensa en Paseo Col贸n



1.- Nosotros, representantes de la CGT de los Argentinos, legalmente constituida en el congreso normalizador Amado Olmos, en este Primero de Mayo nos dirigimos al pueblo.

Los invitamos a que nos acompa帽en en un examen de conciencia, una empresa com煤n y un homenaje a los forjadores, a los h茅roes y los m谩rtires de la clase trabajadora.

En todos los pa铆ses del mundo ellos han se帽alado el camino de la liberaci贸n. Fueron masacrados en oscuros calabozos como Felipe Vallese, cayeron asesinados en los ingenios tucumanos, como Hilda Guerrero. Padecen todav铆a en injustas c谩rceles.

En esas luchas y en esos muertos reconocemos nuestro fundamento, nuestro patrimonio, la tierra que pisamos, la voz con que queremos hablar, los actos que debemos hacer: esa gran revoluci贸n incumplida y traicionada pero viva en el coraz贸n de los argentinos.

2.- Durante a帽os solamente nos han exigido sacrificios. Nos aconsejaron que fu茅semos austeros: lo hemos sido hasta el hambre.

Nos pidieron que aguant谩ramos un invierno: hemos aguantado diez. Nos exigen que racionalicemos: as铆 vamos perdiendo conquistas que obtuvieron nuestros abuelos. Y cuando no hay humillaci贸n que nos falte padecer ni injusticia que reste cometerse con nosotros, se nos pide ir贸nicamente que “participemos”.

Les decimos: ya hemos participado, y no como ejecutores sino como v铆ctimas en las persecuciones, en las torturas, en las movilizaciones, en los despidos, en las intervenciones, en los desalojos.

No queremos esa clase de participaci贸n.

Un mill贸n y medios de desocupados y subempleados son la medida de este sistema y de este gobierno elegido por nadie. La clase obrera vive su hora m谩s amarga. Convenios suprimidos, derechos de huelga anulados, conquistas pisoteadas, gremios intervenidos, personer铆as suspendidas, salarios congelados.

La situaci贸n del pa铆s no puede ser otro que un espejo de la nuestra. El 铆ndice de mortalidad infantil es cuatro veces superior al de los pa铆ses desarrollados, veinte veces superior en zonas de Jujuy donde un ni帽o de cada tres muere antes de cumplir un a帽o de vida. M谩s de la mitad de la poblaci贸n est谩 parasitada por la anquilostomiasis en el litoral norte帽o; el cuarenta por ciento de los chicos padecen de bocio en Neuqu茅n; la tuberculosis y el mal de Chagas causan estragos por doquier. La deserci贸n escolar en el ciclo primario llega al sesenta por ciento; al ochenta y tres por ciento en Corrientes, Santiago del Estero y el Chaco; las puertas de los colegios secundarios est谩n entornadas para los hijos de los trabajadores y definitivamente cerradas las de la Universidad.

La d茅cada del treinta resucita en todo el pa铆s con su cortejo de miseria y de ollas populares.

Cuatrocientos pesos son un jornal en los secaderos de yerba, trescientos en los obrajes, en los ca帽averales de Tucum谩n se olvida ya hasta el aspecto del dinero.

A los desalojos rurales se suma ahora la reaccionaria ley de alquileres, que coloca a decenas de miles de comerciantes y peque帽os industriales en situaci贸n de desalojo, cese de negocios y aniquilamiento del trabajo de muchos a帽os.

No queda ciudad en la Rep煤blica sin su cortejo de villas miserias donde el consumo de agua y energ铆a el茅ctrica es comparable al de las regiones interiores del Africa. Un mill贸n de personas se api帽an alrededor de Buenos Aires en condiciones infrahumanas, sometidas a un tratamiento de gheto y a las razzias nocturnas que nunca afectan las zonas residenciales donde algunos “correctos” funcionarios ultiman la venta del pa铆s y donde jueces “impecables” exigen coimas de cuarenta millones de pesos.

Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha.

3.- Grandes pa铆ses que salieron devastados de la guerra, peque帽os pa铆ses que a煤n hoy soportan invasiones e implacables bombardeos, han reclamado de sus hijos penurias mayores que las nuestras. Si un destino de grandeza nacional, si la defensa de la patria, si la definitiva liquidaci贸n de las estructuras explotadoras fuesen la recompensa inmediata o lejana de nuestros males, ¿qu茅 duda cabe de que los aceptar铆amos en silencio?

Pero no es as铆. El aplastamiento de la clase obrera va acompa帽ado de la liquidaci贸n de la industria nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisi贸n a los organismos financieros internacionales. Asistimos avergonzados a la culminaci贸n, tal vez el ep铆logo de un nuevo per铆odo de desgracias.

Durante el a帽o 1967 se ha completado pr谩cticamente la entrega del patrimonio econ贸mico del pa铆s a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. En 1958 el cincuenta y nueve por ciento de lo facturado por las cincuenta empresas m谩s grandes del pa铆s correspond铆a a capitales extranjeros; en 1965 esa cifra ascend铆a al sesenta y cinco por ciento; hoy se puede afirmar que tres cuartas partes del gran capital invertido pertenece a los monopolios.

La empresa que en 1965 alcanz贸 la cifra m谩s alta de ventas en el pa铆s, en 1968 ha dejado de ser argentina. La industria automotriz est谩 descoyuntada, dividida en fragmentos que han ido a parar uno por uno a los grupos monopolistas. Viejas actividades nacionales como la manufactura de cigarrillos pasaron en bloque a intereses extranjeros. El monopolio norteamericano del acero est谩 a punto de hacer su entrada triunfal. La industria textil y la de la alimentaci贸n est谩n claramente penetradas y amenazadas.

Elm茅todo que permiti贸 este escandoloso despojo no puede ser m谩s simple. El gobierno que surgi贸 con el apoyo de las fuerzas armadas, elegido por nadie, rebaj贸 los aranceles de importaci贸n, los monopolios aplicaron la ley de la selva —el dumping—, los fabricantes nacionales, hundi茅ronse. Esos mismos monopolios, sirvi茅ndose de bancos extranjeros ejecutaron luego a los deudores, llenaron de cr茅ditos a sus mandantes que con dinero argentino compraron a precio de bancarrota las empresas que el capital y el trabajo nacional hab铆an levantado en a帽os de esfuerzo y sacrificio.

Este es el verdadero rostro de la libre empresa,de la libre entrega, filosof铆a oficial del r茅gimen por encima de ilusorias divisiones entre “nacionalistas” y “liberales”, incapaces de ocultar la realidad de fondo que son los monopolios en el poder.

Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada ncional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalizaci贸n no es m谩s que el pr贸logo de la entrega, y anuda los 煤ltimos lazos de la dependencia financiera. Es el Fondo Monetario Internacional el que fija el presupuesto del pa铆s y decide si nuestra moneda se cotiza o no en los mercados internacionales. Es el Banco Mundial el que planifica nuestras industrias claves. Es el Banco Interamericano de Desarrollo el que indica en qu茅 pa铆ses podemos comprar. Son las compa帽铆as petroleras las que cuadriculan el territorio nacional y de sus mares aleda帽os con el mapa de sus inicuas concesiones. El proceso de concentraci贸n monopolista desatado por el gobierno no perdonar谩 un solo rengl贸n de la actividad nacional. Poco m谩s y s贸lo faltar谩 desnacionalizar la tradici贸n argentina y los museos.

La participaci贸n que se nos pide es, adem谩s de la ruina de la clase obrera, el consentimiento de la entrega. Y eso no estamos dispuestos a darlo los trabajadores argentinos.

4.- La historia del movimiento obrero, nuestra situaci贸n concreta como clase y la situaci贸n del pa铆s nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producci贸n.

Afirmamos que el hombre vale por s铆 mismo, independientemente de su rendimiento. No se puede ser un capital que rinde un inter茅s, como ocurre en una sociedad regida por los monopolios dentro de la filosof铆a libreempresista. El trabajo constituye una prolongaci贸n de la persona humana, que no debe comprarse ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es una forma de esclavitud.

La estructura capitalista del pa铆s, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producci贸n, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual. De ella no puede nacer una sociedad justa ni cristiana.

El destino de los bienes es servir a la satisfacci贸n de las necesidades de todos los hombres. En la actualidad pr谩cticamente todos los bienes se hallan apropiados, pero no todos los hombres pueden satisfacer sus necesidades: el pan tiene due帽o pero un due帽o sin hambre. He aqu铆 al descubierto la barrera que separa las necesidades humanas de los bienes destinados a satisfacerlas: el derecho de propiedad tal como hoy es ejercido.

Los trabajadores de nuestra patria, compenetrados del mensaje evang茅lico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras.

Para ello retomamos pronunciamientos ya hist贸ricos de la clase obrera argentina, a saber:

La propiedad s贸lo debe existir en funci贸n social.

Los trabajadores, aut茅nticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no s贸lo en la producci贸n, sino en la administraci贸n de las empresas y la distribuci贸n de los bienes.

Los sectores b谩sicos de la econom铆a pertenecen a la Naci贸n. El comercio exterior, los bancos, el petr贸leo, la electricidad, la siderurgia y los frigor铆ficos deben ser nacionalizados.

Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos.

Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos a帽os nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensaci贸n de ninguna especie.

S贸lo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja.

Los hijos de obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de la educaci贸n que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas.

A los que afirman que los trabajadores deben permanecer indiferentes al destino del pa铆s y pretenden que nos ocupemos solamente de problemas sindicales, les respondemos con las palabras de un inolvidable compa帽ero, Amado Olmos, quien d铆as antes de morir, desentra帽贸 para siempre esa farsa:

El obrero no quiere la soluci贸n por arriba, porque hace doce a帽os que la sufre y no sirve. El trabajador quiere el sindicalismo integral, que se proyecte hacia el control del poder, que asegura en funci贸n de tal el bienestar del pueblo todo. Lo otro es el sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de los convenios y las colonias de vacaciones.

5.- Las palabras de Olmos marcan a fuego el sector de dirigentes que acaban de traicionar al pueblo y separarse para siempre del movimiento obrero. Con su experiencia, que ya era sabidur铆a prof茅tica, explic贸 los motivos de esa defecci贸n.

“Hay dirigentes —dijo—, que han adoptado las formas de vida, los autom贸viles, las casas, las inversiones y los gustos de la oligarqu铆a a la que dicen combatir. Desde luego con una actitud de ese tipo no pueden encabezar a la clase obrera”.

Son esos mismos dirigentes los que apenas iniciado el congreso normalizador del 28 de marzo, convocado por ellos mismos, estatutariamente reunido, que desde el primer momento sesion贸 con el qu贸rum necesario, lo abandonaron por no poder dominarlo y cometieron luego la felon铆a sin precedentes en los anales del sindicalismo de denunciar a sus hermanos ante la Secretar铆a de Trabajo. Son ellos los que hoy ocupan un edificio vac铆o y usurpan una sigla, pero han asumido al fin su papel de agentes de un gobierno, de una oligarqu铆a y de un imperialismo

¿Qu茅 duda cabe hoy de que Olmos se refer铆a a esos dirigentes que se autocalifican de “colaboracionistas” y “participacionistas”? Durante m谩s de un lustro cada enemigo de la clase trabajadora, cada argumento de sanciones, cada editorial adverso, ha sostenido que no exist铆a en el pa铆s gente tan corrompida como algunos dirigentes sindicales. Costaba creerlo, pero era cierto. Era cierto que rivalizaban en el lujo insolente de sus autom贸viles y el tama帽o de sus quintas de fin de semana, que apilaban fichas en los pa帽os de los casinos y hac铆an cola en las ventanillas de los hip贸dromos, que paseaban perros de raza en las exposiciones internacionales.

Esa satisfacci贸n han dado a los enemigos del movimiento obrero, esa amargura a nosotros. Pero es una suerte encontrarlos al fin todos juntos —dirigentes ricos que nunca pudieron unirse para defender trabajadores pobres—, funcionarios y c贸mplices de un gobierno que se dice llamado a moralizar y separados para siempre de la clase obrera.

Con ellos, que voluntariamente han asumido ese nombre de colaboracionistas, que significa entregadores en el lenguaje internacional de la deslealtad, no hay advenimiento posible. Que se queden con sus animales, sus cuadros, sus autom贸viles, sus viejos juramentos falsificados, hasta el d铆a inminente en que una r谩faga de decencia los arranque del 煤ltimo sill贸n y de las 煤ltimas representaciones traicionadas.

6.- La CGT de los Argentinos no ofrece a los trabajadores un camino f谩cil, un panorama risue帽o, una mentira m谩s. Ofrece a cada uno un puesto de lucha.

Las direcciones indignas deben ser barridas desde las bases. En cada comisi贸n interna, cada gremio, cada federaci贸n, cada regional, los trabajadores deben asumir su responsabilidad hist贸rica hasta que no quede un vestigio de colaboracionismo. Esa es la forma de probar que la unidad sigue intacta y que los falsos caudillos no pueden destruir desde arriba lo que se ha amasado desde abajo con el dolor de tantos.

Este movimiento est谩 ya en marcha, se propaga con fuerza arrasadora por todos los caminos de la Rep煤blica.

Advertimos sin embargo que de la celeridad de ese proceso depende el futuro de los trabajadores. Los sectores interesados del gobierno elegido por nadie no act煤an a煤n contra esta CGT elegida por todos; calculan que la escisi贸n promovida por dirigentes vencidos y fomentada por la Secretar铆a de Trabajo bastar谩 para distraer unos meses a la clase obrera, mientras se consuman etapas finales de la entrega.

Si nos limit谩ramos al enfrentamiento con esos dirigentes, aun si los desaloj谩ramos de sus 煤ltimas posiciones, ser铆amos derrotados cuando en el momento del triunfo cayeran sobre nosotros las sanciones que debemos esperar pero no temer.

El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personer铆a ni cien personer铆as; no es un sello de goma ni es un comit茅; no es una comisi贸n delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y como tal no se puede clausurar ni intervenir.

Perfeccionando esa voluntad pero sobre todo esa Organizaci贸n debemos combatir con m谩s fuerza que nunca por la libertad, la renovaci贸n de los convenios, la vigencia de los salarios, la derogaci贸n de leyes como la 17.224 y la 17.709, la reapertura y creaci贸n de nuevas fuentes de trabajo, el retiro de las intervenciones y la anulaci贸n de las leyes represivas que hoy ofenden a la civilizaci贸n que conmemora la declaraci贸n y el ejercicio de los derechos humanos.

Aun eso no es suficiente. La lucha contra el poder de los monopolios y contra toda forma de penetraci贸n extranjera es misi贸n natural de la clase obrera, que ella no puede declinar. La denuncia de esa penetraci贸n y la resistencia a la entrega de las empresas nacionales de capital privado o estatal son hoy las formas concretas del enfrentamiento. Porque la Argentina y los argentinos queremos junto con la revoluci贸n moral y de elevamiento de los valores humanos ser activos protagonistas y no dependientes en la nueva era tecnol贸gica que transforma al mundo y conmociona a la humanidad.

Y si entonces cayeran sobre nosotros los retiros de personer铆a, las intervenciones y las clausuras, ser谩 el momento de recordar lo que dijimos en el congreso normalizador: que a la luz o en la clandestinidad, dentro de la ley o en las catacumbas, este secretariado y este consejo directivo son las 煤nicas autoridades leg铆timas de los trabajadores argentinos, hasta que podamos reconquistar la libertad y la justicia social y le sea devuelto al pueblo el ejercicio del poder.

7.- La CGT de los Argentinos no se considera 煤nica actora en el proceso que vive el pa铆s, no puede abstenerse de recoger las aspiraciones leg铆timas de los otros sectores de la comunidad ni de convocarlos a una gran empresa com煤n, no puede siquiera renunciar a la comunicaci贸n con sectores que por una err贸nea inteligencia de su papel verdadero aparecen enfrentados a nuestros intereses. Apelamos pues:

A los empresarios nacionales, para que abandonen la suicida pol铆tica de sumisi贸n a un sistema cuyas primeras v铆ctimas resultan ellos mismos. Los monopolios no perdonan, los bancos extranjeros no perdonan, la entrega no admite exclusiones ni favores personales. Lealmente les decimos: f谩brica por f谩brica los hemos de combatir en defensa de nuestras conquistas avasalladas, pero con el mismo vigor apoyaremos cada empresa nacional enfrentada con una empresa extranjera. Ustedes eligen sus alianzas: que no tengan que llorar por ellas.

A los peque帽os comerciantes e industriales, amenazados por desalojo en beneficio de cuatro inmobiliarias y un par de monopolios dispuestos a repetir el despojo consumado con la industria, a liquidar los 煤ltimos talleres, a comprar por uno lo que vale diez, a barrer hasta con el almacenero y el carnicero de barrio en beneficio del supermercado norteamericano, que es el mercado 煤nico, sin competencia posible. Les decimos: su lugar est谩 en la lucha, junto a nosotros.

A los universitarios, intelectuales, artistas, cuya ubicaci贸n no es dudosa frente a un gobierno elegido por nadie que ha intervenido las universidades, quemando libros, aniquilando la cinematograf铆a nacional, censurando el teatro, entorpeciendo el arte. Les recordamos: el campo del intelectual es por definici贸n la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su pa铆s es una contradicci贸n andante, y el que comprendiendo no act煤a, tendr谩 un lugar en la antolog铆a del llanto, no en la historia viva de su tierra.

A los militares, que tienen por oficio y vocaci贸n la defensa de la patria: Nadie les ha dicho que deben ser los guardianes de una clase, los verdugos de otra, el sost茅n de un gobierno que nadie quiere, los consentidores de la penetraci贸n extranjera. Aunque se afirme que ustedes no gobiernan, a los ojos del mundo son responsables del gobierno. Con la franqueza que pregonan les decimos: que preferir铆amos tenerlos a nuestro lado y del lado de la justicia, pero que no retrocederemos de las posiciones que algunos de ustedes parecieran haber abandonado pues nadie debe ni puede impedir el cumplimiento de la soberana voluntad del pueblo, 煤nica base de la autoridad del poder p煤blico.

A los estudiantes queremos verlos junto a nosotros, como de alg煤n modo estuvieron juntos en los hechos, asesinados por los mismos verdugos, Santiago Pampill贸n y Felipe Vallese. La CGT de los Argentinos no les ofrece halagos ni complacencias, les ofrece una militancia concreta junto a sus hermanos trabajadores.

A los religiosos de todas las creencias: s贸lo palabras de gratitud para los m谩s humildes entre ustedes, los que han hecho suyas las palabras evang茅licas, los que saben que “el mundo exige el reconocimiento de la dignidad humana en toda su plenitud, la igualdad social de todas las clases”, como se ha firmado en el concilio, los que reconocen que “no se puede servir a Dios y al dinero”. Los centenares de sacerdotes que han estampado su firma al pie del manifiesto con que los obispos del Tercer Mundo llevan a la pr谩ctica las ense帽anzas de la Populorum Progressio: “La Iglesia durante un siglo ha tolerado al capitalismo… pero no puede m谩s que regocijarse al ver aparecer en la humanidad otro sistema social menos alejado de esa moral… La Iglesia saluda con orgullo y alegr铆a una humanidad nueva donde el honor no pertenece al dinero acumulado entre las manos de unos pocos, sino a los trabajadores obreros y campesinos”.Ese es el lenguaje que ya han hablado en Tacuarend铆, en Tucum谩n en las villas miserias, valerosos sacerdotes argentinos y que los trabajadores quisi茅ramos oir en todas las jerarqu铆as.

8.- La CGT convoca en suma a todos los sectores, con la 煤nica excepci贸n de minor铆as entregadoras y dirigentes corrompidos, a movilizarse en los cuatro rincones del pa铆s para combatir de frente al imperialismo, los monopolios y el hambre. Esta es la voluntad indudable de un pueblo harto de explotaci贸n e hipocres铆a, herido en su libertad, atacado en sus derechos, ofendido en sus sentimientos, pero dispuesto a ser el 煤nico protagonista de su destino.

Sabemos que por defender la decencia todos los inmorales pagar谩n campa帽as para destruirnos. Comprendemos que por reclamar libertad, justicia y cumplimiento de la voluntad soberana de los argentinos, nos inventar谩n todos los r贸tulos, incluso el de subversivos, y pretender谩n asociarnos a secretas conspiraciones que desde ya rechazamos.

Descontamos que por defender la autodeterminaci贸n nacional se unir谩n los explotadores de cualquier latitud para fabricar las infamias que les permitan clausurar nuestra voz, nuestro pensamiento y nuestra vida.

Alertamos que por luchar junto a los pobres, con nuestra 煤nica bandera azul y blanca, los viejos y nuevos inquisidores levantar谩n otras cruces, como vienen haciendo a lo largo de los siglos.

Pero nada nos habr谩 de detener, ni la c谩rcel ni la muerte. Porque no se puede encarcelar y matar a todo el pueblo y porque la inmensa mayor铆a de los argentinos, sin pactos electorales, sin aventuras colaboracionistas ni golpistas, sabe que s贸lo el pueblo salvar谩 al pueblo.
Las ediciones del peri贸dico de la CGT de los Argentinos se puede consultar en el siguiente enlace: cgtargentinos.org
1 de mayo de 1968: Programa de la C.G.T. de los Argentinos


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