Por Carolina V谩squez Araya.- Somos maestros de la evasi贸n, con la capacidad de abstraernos del mundo real.
Como un ejercicio indispensable de supervivencia emocional hemos ido adaptando nuestro mundo interior con el prop贸sito de protegernos contra la fuerza de las circunstancias. Vemos la miseria y el dolor de otros –y muchas veces de nosotros mismos- con un filtro contradictorio de resignaci贸n y optimismo, 煤nico recurso posible para protegernos de emociones demasiado intensas y devastadoras. As铆 vamos dejando atr谩s aquello potencialmente letal para nuestro equilibrio interno. Por ello, quiz谩, nos hemos convertido en una especie de “procesadores” cuyo objetivo es seguir adelante, no ver lo que no nos toca de manera directa y abstraernos de toda experiencia traum谩tica.
En pa铆ses como los nuestros, con pasados y presentes cargados de violencia y destrucci贸n, este mecanismo viene instalado desde la infancia. Dotado de un velo de indiferencia que muchos llaman “resignaci贸n cristiana” o “as铆 es la vida” nos hemos acostumbrado a tolerar el abuso y el vasallaje de los m谩s d茅biles como parte de la tradici贸n y la costumbre. En ese conglomerado de seres indefensos ante sistemas adversos al goce de sus derechos humanos elementales est谩n las mujeres, las ni帽as, ni帽os y j贸venes como los principales actores de esta comedia pat茅tica, una comedia cuyo gui贸n nos induce a alterar nuestra escala de valores para acomodarnos lo mejor posible en el estrato que nos toca, siempre con la ambici贸n de trepar al superior.
De este modo, pasan por nuestro lado sin dejar huella acontecimientos cuyo impacto nos deber铆a obligar a reaccionar, participar y dedicar un esfuerzo adicional para hacer de nuestra sociedad un conjunto de seres humanos y no un mont贸n de islas blindadas contra la realidad. El mecanismo de la negaci贸n ha sido perfeccionado de tal modo que despu茅s de un tiempo -y con el correspondiente abrigo emocional de la negaci贸n- tanto las v铆ctimas inocentes de los conflictos armados como aquellas condenadas al hambre y la miseria por el abuso pol铆tico y econ贸mico de las 茅lites dejan de ser personas para convertirse en una masa abstracta y an贸nima, cuyo destino estaba supuestamente marcado por fuerzas superiores o por dioses inclementes.
¡Qu茅 excelente recurso el de la abstracci贸n! Si no cont谩ramos con ese maravilloso truco de la mente, quiz谩 no hubi茅ramos podido soportar la visi贸n de las ni帽as calcinadas ante la vista imp谩vida de los polic铆as en un “hogar seguro” del Estado de Guatemala. Tampoco nos hubi茅ramos sobrepuesto al dram谩tico relato de las mujeres ixiles violadas por los soldados durante el conflicto armado interno de ese pa铆s. O, para verlo m谩s de cerca, si no fuera por los filtros contra la emoci贸n, los muertos que se acumulan en las calles haitianas o palestinas nos impedir铆an disfrutar del almuerzo dominical. Pero no. Gracias a nuestra valiosa capacidad para obliterar todo aquello que nos cause dolor o siquiera malestar, cerramos el acceso a la solidaridad natural de la especie humana y condenamos a “los otros” a vivir lo suyo sin dedicarles un solo pensamiento.
¿Ser谩 esto un mecanismo de protecci贸n emocional o con esa actitud carente de valor humano nos condenamos a ser las siguientes v铆ctimas en esa escalada de indiferencia? Al no involucrarnos, no participar y dejar que otros decidan, abandonamos un principio fundamental de toda sociedad organizada y violamos una de las reglas fundamentales del sistema democr谩tico al cual nos adherimos. La realidad actual, por lo tanto, nos obliga a quitar los velos y observar, sentir y comprender el origen, las causas y las posibles consecuencias de cerrar los ojos y dejar pasar.
elquintopatio@gmail.com
Como un ejercicio indispensable de supervivencia emocional hemos ido adaptando nuestro mundo interior con el prop贸sito de protegernos contra la fuerza de las circunstancias. Vemos la miseria y el dolor de otros –y muchas veces de nosotros mismos- con un filtro contradictorio de resignaci贸n y optimismo, 煤nico recurso posible para protegernos de emociones demasiado intensas y devastadoras. As铆 vamos dejando atr谩s aquello potencialmente letal para nuestro equilibrio interno. Por ello, quiz谩, nos hemos convertido en una especie de “procesadores” cuyo objetivo es seguir adelante, no ver lo que no nos toca de manera directa y abstraernos de toda experiencia traum谩tica.
En pa铆ses como los nuestros, con pasados y presentes cargados de violencia y destrucci贸n, este mecanismo viene instalado desde la infancia. Dotado de un velo de indiferencia que muchos llaman “resignaci贸n cristiana” o “as铆 es la vida” nos hemos acostumbrado a tolerar el abuso y el vasallaje de los m谩s d茅biles como parte de la tradici贸n y la costumbre. En ese conglomerado de seres indefensos ante sistemas adversos al goce de sus derechos humanos elementales est谩n las mujeres, las ni帽as, ni帽os y j贸venes como los principales actores de esta comedia pat茅tica, una comedia cuyo gui贸n nos induce a alterar nuestra escala de valores para acomodarnos lo mejor posible en el estrato que nos toca, siempre con la ambici贸n de trepar al superior.
De este modo, pasan por nuestro lado sin dejar huella acontecimientos cuyo impacto nos deber铆a obligar a reaccionar, participar y dedicar un esfuerzo adicional para hacer de nuestra sociedad un conjunto de seres humanos y no un mont贸n de islas blindadas contra la realidad. El mecanismo de la negaci贸n ha sido perfeccionado de tal modo que despu茅s de un tiempo -y con el correspondiente abrigo emocional de la negaci贸n- tanto las v铆ctimas inocentes de los conflictos armados como aquellas condenadas al hambre y la miseria por el abuso pol铆tico y econ贸mico de las 茅lites dejan de ser personas para convertirse en una masa abstracta y an贸nima, cuyo destino estaba supuestamente marcado por fuerzas superiores o por dioses inclementes.
¡Qu茅 excelente recurso el de la abstracci贸n! Si no cont谩ramos con ese maravilloso truco de la mente, quiz谩 no hubi茅ramos podido soportar la visi贸n de las ni帽as calcinadas ante la vista imp谩vida de los polic铆as en un “hogar seguro” del Estado de Guatemala. Tampoco nos hubi茅ramos sobrepuesto al dram谩tico relato de las mujeres ixiles violadas por los soldados durante el conflicto armado interno de ese pa铆s. O, para verlo m谩s de cerca, si no fuera por los filtros contra la emoci贸n, los muertos que se acumulan en las calles haitianas o palestinas nos impedir铆an disfrutar del almuerzo dominical. Pero no. Gracias a nuestra valiosa capacidad para obliterar todo aquello que nos cause dolor o siquiera malestar, cerramos el acceso a la solidaridad natural de la especie humana y condenamos a “los otros” a vivir lo suyo sin dedicarles un solo pensamiento.
¿Ser谩 esto un mecanismo de protecci贸n emocional o con esa actitud carente de valor humano nos condenamos a ser las siguientes v铆ctimas en esa escalada de indiferencia? Al no involucrarnos, no participar y dejar que otros decidan, abandonamos un principio fundamental de toda sociedad organizada y violamos una de las reglas fundamentales del sistema democr谩tico al cual nos adherimos. La realidad actual, por lo tanto, nos obliga a quitar los velos y observar, sentir y comprender el origen, las causas y las posibles consecuencias de cerrar los ojos y dejar pasar.
elquintopatio@gmail.com
http://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2019/02/el-manual-de-las-abstracciones.html