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Una nueva vida para las niñas y niños soldado

La organización Médicos Sin Fronteras ayua a antiguas niñas y niños soldado del conflicto armado en Sudán del Sur a reintegrarse en la sociedad. La responsable de actividades de salud mental de la organización, Silvia Márquez, describe el proyecto, pionero para MSF.
Silvia Márquez, responsable de salud mental en Yambio, junto a antiguos niños soldado / MSF


“En todo Sudán del Sur hay niños que han sido utilizados como soldados. Desde febrero de 2018, hemos trabajado junto a otras organizaciones para apoyar la reintegración de estos niños y adolescentes en sus comunidades en la localidad meridional de Yambio, en Ecuatoria Occidental.

Secuestrados de camino a la escuela

Todos nuestros pacientes provienen del área de Yambio. El menor tiene 10 años y el mayor ahora tiene 19, pero la mayoría oscila entre los 15 y 17 años de edad. Un tercio de ellos son niñas.

Una minoría dice que se unieron a los grupos armados de forma voluntaria, aunque cuando tomaron la decisión eran menores de edad, por lo que es posible que no pudieran comprender las consecuencias.

Otros dicen que las malas condiciones en sus hogares les llevaron a ello. Pero la mayoría aseguran haber sido secuestrados de camino a la escuela o a trabajar en los campos de cultivo.

Algunos dicen haber portado armas y haber presenciado actos de violencia.

Asistencia médica y mental

Hasta ahora, 983 niños han sido desmovilizados en Yambio, y un total de 3.100 han sido desmovilizados en todo el país, según datos de Unicef.

Nuestro equipo realiza exámenes médicos para tratar cualquier condición médica relacionada con el conflicto armado, incluidos casos de violencia sexual, y proporciona atención en salud mental para ayudarles a superar las experiencias vividas durante su etapa como soldados.

Durante el último año, hemos llevado a cabo más de 1.430 consultas médicas y 911 sesiones de salud mental para niños desmovilizados.

Sensaciones encontradas

Si bien la mayoría de los ex niños soldado son bienvenidos por sus familias, para otros es desafiante encontrar a sus familiares, ya sea porque se han visto desplazados por el conflicto o porque puede que hayan muerto. Otros son percibidos como una carga. En las comunidades donde el conflicto tuvo mayor impacto, algunos niños han experimentado rechazo y temen no volver a ser aceptados.

En la actualidad, la mayoría han regresado a la escuela y al mismo tiempo trabajan, ya sea en la agricultura o ayudando a sus hermanos menores en el huerto de la familia. Algunos incluso se han casado.

Flashbacks de la lucha

Alrededor del 35% de nuestros pacientes sufren trastornos por estrés postraumático; la depresión también es común. Vemos además a muchos pacientes con una variedad de síntomas, como flashbacks recurrentes y pensamientos intrusivos.

Algunos sienten que están de vuelta en medio de la lucha; otros experimentan pensamientos repentinos o imágenes inesperadas a medida en su día a día que les generan incomodidad. Hay quienes tienen pensamientos suicidas y consideran infligirse daño a sí mismos.

Nuestro apoyo

Nuestro equipo está compuesto por unas 100 personas. Para apoyar a nuestros pacientes, utilizamos técnicas de relajación para tratar síntomas como la ansiedad y el miedo. Intentamos fortalecer sus mecanismos de afrontamiento y resiliencia. Realizamos actividades grupales y de psicoeducación; conversamos sobre temas específicos y organizamos actividades recreativas como partidos de fútbol y pintura.

Pensamientos de reincorporarse al grupo armado

Con todo, no resulta fácil para ellos. Cuando su vida diaria se complica, algunos niños piensan en volver a unirse a un grupo armado, no por el hecho de pertenecer a él, sino más bien porque piensan que luchar les dará acceso a mejores recursos y servicios. En estas ocasiones, es muy gratificante vincularlos a servicios proporcionados por otras organizaciones, como asegurarse de que puedan enrolarse en la escuela. Esto les ayuda a sentirse una parte activa de la comunidad.

La recuperación es posible

La gente pregunta si la recuperación es posible. Sí, claro que lo es. Ver a niños y adolescentes que han experimentado enormes dificultades y traumas pero que esperan convertirse en miembros productivos de sus comunidades es algo que me ha conmovido mucho.

La mayoría de estos niños quieren casarse, tener un trabajo, regresar con sus familias. El proceso terapéutico les permite alcanzar estos objetivos. Sus padres y familiares también reconocen los beneficios. Una señal de ello es el gran número de sesiones de seguimiento que hacemos y el hecho de que dos tercios de nuestros pacientes dados de alta completen con éxito su tratamiento.

Los seres humanos son muy resistentes y tienen la capacidad de enfocarse no en los momentos difíciles del pasado, sino en sus metas futuras y encontrar la felicidad nuevamente".




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