CARTA de David del Campo (Save the Children)
Valeria, de un año y 11 meses de edad, murió ahogada abrazada a su padre Óscar el pasado domingo.
No era un muro lo que intentaban saltar, era un río que intentaron cruzar nadando huyendo de la pobreza y la violencia de El Salvador.
Tampoco eran unos idealizados sueños lo que intentaban alcanzar, era una pesadilla real de la que intentaban huir.
Una vez más vemos que no hay ningún muro ni río que frene la huida de las personas del infierno que viven... de una infancia que conoce al detalle la violencia, los abusos sexuales, la impunidad y la desprotección.
Pretender invertir miles y miles de millones de dólares en acero o en hormigón para hacer un muro o llenar de policías las fronteras es ineficaz. Solo sirve para que las mafias sigan haciendo crecer sus ganancias traficando con seres humanos y para que las personas se jueguen la vida en rutas cada vez más peligrosas.
Óscar y Valeria seguramente no pudieron pagar a una mafia que les ayudara a cruzar el río Bravo de forma ilegal pero segura.
No había forma legal ni segura de llegar a Estados Unidos y optaron por la única que tenían, la que acabó con sus vidas.
Tampoco la muerte de Óscar y Valeria hace de Estados Unidos un país más seguro porque jamás ningún niño ni niña será una amenaza ni para EEUU, ni para Europa ni para España.
Solo la desesperación puede explicar el peligroso viaje que deciden emprender.
Debemos ser capaces de atender, tratar con dignidad y proteger a los niños y niñas que huyen de los lugares más peligrosos.
Nuestro trabajo en la frontera entre México y Estados Unidos se centra en brindar ayuda humanitaria inmediata a los niños, niñas y familias recién llegados. Les facilitamos artículos de primera necesidad y atención psicológica.
También trabajamos con los niños y las niñas migrantes y refugiados una vez que llegan a Estados Unidos.
Valeria, de un año y 11 meses de edad, murió ahogada abrazada a su padre Óscar el pasado domingo.
No era un muro lo que intentaban saltar, era un río que intentaron cruzar nadando huyendo de la pobreza y la violencia de El Salvador.
Tampoco eran unos idealizados sueños lo que intentaban alcanzar, era una pesadilla real de la que intentaban huir.
Una vez más vemos que no hay ningún muro ni río que frene la huida de las personas del infierno que viven... de una infancia que conoce al detalle la violencia, los abusos sexuales, la impunidad y la desprotección.
Pretender invertir miles y miles de millones de dólares en acero o en hormigón para hacer un muro o llenar de policías las fronteras es ineficaz. Solo sirve para que las mafias sigan haciendo crecer sus ganancias traficando con seres humanos y para que las personas se jueguen la vida en rutas cada vez más peligrosas.
Óscar y Valeria seguramente no pudieron pagar a una mafia que les ayudara a cruzar el río Bravo de forma ilegal pero segura.
No había forma legal ni segura de llegar a Estados Unidos y optaron por la única que tenían, la que acabó con sus vidas.
Tampoco la muerte de Óscar y Valeria hace de Estados Unidos un país más seguro porque jamás ningún niño ni niña será una amenaza ni para EEUU, ni para Europa ni para España.
Solo la desesperación puede explicar el peligroso viaje que deciden emprender.
Debemos ser capaces de atender, tratar con dignidad y proteger a los niños y niñas que huyen de los lugares más peligrosos.
Nuestro trabajo en la frontera entre México y Estados Unidos se centra en brindar ayuda humanitaria inmediata a los niños, niñas y familias recién llegados. Les facilitamos artículos de primera necesidad y atención psicológica.
También trabajamos con los niños y las niñas migrantes y refugiados una vez que llegan a Estados Unidos.
