Es una situación de total frustración e impotencia para la mayoría de niñas y mujeres afganas. Su vida se ha interrumpido desde la llegada al poder de los talibanes, que las obligan a quedarse en casa.
Este colegio de Kabul, financiado en gran parte por donaciones suizas, tiene 600 alumnos. Niños y niñas van a clases distintas. Y a las niñas solo se les permite asistir a la escuela primaria.
La mitad de la sociedad repudiada
De hecho, en las aulas de secundaria como esta, ya no hay ni una.
¿Hay alguna posibilidad de que puedan volver? preguntamos al director del centro, Reshad Attai.
"No lo creo. Y es una muy mala señal para nuestro país porque se repudia a la mitad de la sociedad".
Zamila Yunus, la fundadora del colegio, que ahora es encargada de una peluquería en Ginebra, también es pesimista.
"Las niñas tienen que estudiar en casa porque son niñas. Todas viven en el mismo barrio. Llaman a la profesora casi todos los días y preguntan '¿cuándo podremos volver?' Ella contesta que no es posible por el momento. Así que siguen estudiando en casa".
El aula de informática es una sala de rezos
Los administradores de la escuela temen más visitas de los representantes talibanes. Han pasado por allí en dos ocasiones y ya han reconvertido el aula de informática en una sala de rezos.
Yasamin Attai gestiona el centro junto a su marido.
"Su visita al colegio me genera mucho estrés. Cuando me imagino a mí misma enfrentándome a ellos, me da miedo".
Yasamin es quien mantiene el contacto con las estudiantes recluidas en sus hogares.
Como Brejnah, de quince años, que intenta seguir aprendiendo por su cuenta.
¿Hace cuánto tiempo que no te pones el uniforme?
"Hace dos meses. Me siento como metida en una jaula. Quizás las mujeres dejen de tener un lugar en la sociedad. Ahora me quedo en casa. Simplemente estoy aquí sentada. Creo que las chicas no podremos volver al colegio", dice llorando.
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