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El terrorismo de la guerra contra el terrorismo


Cuando se habla de drogas, se culpa a los productores, no a los consumidores. Pero cuando se habla de armas, se culpa del mal a los consumidores, no a los productores. La raz贸n estriba, entiendo, en el lugar que ocupa el poder.

OPINI脫N de Jorge Majfud

El terrorismo de la guerra contra el terrorismo

El congreso de Estados Unidos acaba de aprobar la construcci贸n de un Memorial de la Guerra contra el Terrorismo a construirse no muy lejos del monumento a Lincoln, “para honrar aquellos que sirvieron en el conflicto m谩s largo de la historia de la Naci贸n”. No ser谩 el primero, ya que existe el Global War on Terrorism Memorial en Georgia, para que las nuevas generaciones nunca olviden el sacrificio de El pa铆s de las leyes que, como Superman, lucha “por la libertad y la justicia” en el mundo. Narrativa para ni帽os educados en Disney World y para adultos que valoran la f茅 sobre la raz贸n: el mundo se reduce a la lucha del Bien contra el Mal y nosotros somos los guardianes del Bien, del Destino manifiesto.

Como siempre, los mitos est谩n recargados de olvidos estrat茅gicos. Ni siquiera se trat贸 del conflicto m谩s largo, ya que s贸lo la guerra de despojo, no de la tribu sino de la Naci贸n Seminole se extendi贸 desde 1816 hasta mediados del siglo XIX. Antes de convertirse en mascota de un equipo de f煤tbol, los seminoles fueron verdaderos h茅roes en una verdadera guerra de defensa contra el despojo de su territorio en Florida y contra una abismal diferencia de poder militar. Al igual que otros pueblos despojados y masacrados por el fanatismo anglosaj贸n, fueron considerados salvajes (terroristas) que, seg煤n el discurso de la Uni贸n del presidente Andrew “Mata Indios” Jackson de 1832,  “nos atacaron primero sin que nosotros los provoc谩semos”.

El 31 de agosto de 2021, el presidente Joe Biden anunci贸 el “fin de la guerra contra el terrorismo”. (Naturalmente, como escribimos hace veinte a帽os, el negocio de la guerra se desplazar谩 al Extremo Oriente. Habr谩 una Segunda Guerra Fr铆a en el ciberespacio, no sin los fuegos de la primera.) Como ning煤n presidente estadounidense puede hablar de amor sino de guerra, el bueno de Biden, con un estilo muy Obama, ha advertido: “perm铆tanme dejarlo bien claro: si buscas hacerle da帽o a Estados Unidos… debes saber que nunca te perdonaremos. No lo olvidaremos. Te perseguiremos hasta los confines de la Tierra y pagar谩s por tu ofensa”. Una copia literal de las advertencias de recordar y castigar las defensas y ofensas ajenas que se leen por miles en los anales de la historia de los 煤ltimos doscientos a帽os. 

S贸lo la “Guerra contra el terrorismo” oculta las ra铆ces del problema de la misma forma que la “Guerra contra las drogas”, dise帽ada, seg煤n sus autores, para criminalizar a negros y latinos. (Tambi茅n Pekin ha usado ese ideol茅xico de “Guerra contra el terrorismo” para justificar la violaci贸n de los derechos humanos del pueblo Uighur.) El nombre “Guerra contra el terrorismo” y la obligaci贸n de no olvidar ocultan un olvido sistem谩tico, como la destrucci贸n de democracias en Oriente Medio (como la de Ir谩n en 1953), la desestabilizaci贸n de gobiernos seculares (como el de Afganist谩n en los a帽os 70), la  creaci贸n de milicias descontroladas (como los Muyahid铆n o los Contras en los 80), las Guerras perdidas y genocidas (como Vietnam en los 60 o Irak en los 2000). Como los m谩s recientes bombardeos indiscriminados en Siria e Irak, filtrados por accidente pero probados como recurso sistematico. (Luego, mejor criminalizar a quienes nos descubrieron matando, como es el caso de Julian Assange.) Como la detenci贸n indefinida de sospechosos derivada de la Ley Patriota de 2003, la cual se ha extendido de forma obscena a los inmigrantes pobres. Porque los pobres son siempre sospechosos. Porque este es El pa铆s de las leyes, como les gusta repetir a los pobres que logran pasar y hacerse de papeles y papelitos.

No es posible hablar de terrorismo en Medio Oriente sin considerar el rol de los imperios Noroccidentales. No es posible hablar del rol de los imperios sin los intereses corporativos. Mientras 茅stos existan, existir谩 el imperialismo y existir谩n las sangrientas “guerras de defensa”. En 1933, Smedley Butler, el general m谩s condecorado de su generaci贸n y h茅roe de las Guerras bananeras, se puso a pensar y reconoci贸: “he sido el m煤sculo de Wall Street, un mafioso del capitalismo”. En 1961 otro general, el presidente Eisenhower, antes de ser acusado de comunista advirti贸 de la injerencia del Complejo Industrial Militar en el gobierno. La 煤ltima “Guerra contra el terrorismo” cost贸 8.000.000.000.000 d贸lares (dos veces la econom铆a de todos los paises de Am茅rica latina juntos), caus贸 la muerte de m谩s de un mill贸n de personas y el desplazamiento de otros 38 millones. ¿Cu谩ntos grupos terroristas se necesitan para alcanzar alguna de estas cifras?

Pues, entonces, ¿por qu茅 es posible este absurdo universal? La injusta muerte de un ciudadano estadounidense por motivos raciales puede movilizar a millones de indignados, pero cuando se filtra una matanza oculta de cincuenta ni帽os en Medio Oriente, pasa desapercibida. No existe. ¿Acaso no es el imperialismo la mayor expresi贸n de racismo? La vergonzosa c谩rcel de Guantanamo, el centro de violaci贸n de los Derechos Humanos en Cuba, ha sobrevivido dos d茅cadas de vanas promesas porque hasta los psic贸logos han hecho fortunas asesorando a torturadores. Al igual que los barcos-prisi贸n de la CIA, Guant谩namo no es territorio estadounidense sino territorio ocupado, y, por lo tanto, no se aplican sus leyes humanitarias. Incluso cientos de inocentes torturados por a帽os, muchos liberados como esponjas secas, nunca lograr谩n indemnizaci贸n alguna sino estigmatizaci贸n del resto del mundo. Lo mismo las decenas de c谩rceles secretas e ilegales que mantiene la CIA alrededor del mundo (black sites) como si fuesen agujeros negros de todos los derechos humanos, esos gobiernos paralelos que Washington mantiene al tiempo que da lecciones de Derechos Humanos.  

Aparte de sus propias raices, la “Guerra contra el terrorismo” ha logrado ocultar los problemas reales del presente. Los pa铆ses contin煤an su absurdo incremento del gasto militar, incrementando la pobreza y la violencia de las naciones. La pandemia los ha desnudado en toda su inutilidad pero, por otro lado, ha contenido masivas protestas sociales en los pa铆ses “civilizados”, peligro creciente que antes hab铆a llevado a la militarizaci贸n de la polic铆a. (Con la previsible excepcion del asalto al Congreso de Estados Unidos del 6 de enero de 2021, donde la polic铆a enfrent贸 a la turba de banderas confederadas con palitos y palabras de consolaci贸n.)

¿De verdad quieres servir a tu pa铆s? Pues, d茅jate de masturbaciones patri贸ticas y empieza a decir la verdad, sobre todo esa verdad que los pueblos no quieren escuchar. Eso requiere m谩s valor que apretar botones y suprimir decenas de inocentes a distancia, como si se tratase de un videojuego. Eso no es hero铆smo. Es un cr铆men mayor. Pero m谩s condenable que esos soldados adoctrinados por una maquinaria trillonaria es el silencio de los ciudadanos, distra铆dos en apasionados debates sobre fuegos artificiales. 

Para terminar, Biden agreg贸: “La obligaci贸n fundamental de un presidente es defender y proteger a Estados Unidos, no contra las amenazas de 2001, sino contra las amenazas de 2021… Gracias, que Dios proteja a nuestras tropas”. 

Sr. presidente, la soluci贸n es bastante simple y no requiere m谩s gastos sino menos: deje de considerar que Dios tiene un pasaporte y una bandera colgada a la entrada de su casa. Deje de considerar que las invasiones preventivas son actos de defensa y comience a cumplir con las leyes internacionales. Salvar谩 usted no s贸lo a su pa铆s y la vida de sus soldados, sino millones de otras vidas humanas.

Claro que eso no ser谩 un buen negocio para los Se帽ores de la Guerra, pero, en fin, alguien siempre tiene que perder algo. 





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