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La narcopolítica en la sucesión presidencial

OPINIÓN de Diego Martín Velázquez Caballero

Hacia 1994 se vislumbró el poder de los grupos criminales cuando una de las hipótesis más consideradas señaló que la muerte de Luis Donaldo Colosio se correspondía con una mafia narcotraficante incrustada en el gobierno. Los sucesivos magnicidios pusieron de bruces al país, la criminalidad estaba dispuesta a generar todo tipo de ingobernabilidad. El país estaba en la frontera del caos, como señalaba y sigue diciendo Andrés Oppenheimer. La situación de violencia desatada fue el guion de nuevas novelas y videojuegos desde la perspectiva de Tom Clancy.

En 1994 el narcotráfico hizo una presencia sorpresiva para demostrar que ya no era la fuerza violenta de nadie sino un protagonista en la configuración del sistema político mexicano.   La situación en el país muestra que diversos cárteles han generalizado la conducta de ser avales del poder. Las mafias abocadas al trasiego y producción de estupefacientes se encuentran al nivel de Estados Unidos y la Iglesia Católica por lo que significa el intervencionismo contra los diferentes niveles de la administración pública y la hechura de las políticas públicas.

Tal pareciera que estos actores representativos de diferentes grupos de interés estuvieran sincronizados para acabar con México. La regularización del crecimiento, desarrollo, seguridad, educación y, al menos, los bienes que la configuración de Abraham Maslow considera como mínimos para el ser humano, no pueden ser estructurados sin la consideración informal de estos poderes fácticos. El gobierno mexicano vive una guerra contra enemigos poderosos, el Estado se encuentra asediado por un imperialismo criminal que ha cancelado, para siempre, la posibilidad de que México se consolide.

La SEDENA y SEMAR, también infiltradas, apenas cumplen un trabajo significativo para que el país no termine de explotar.

El objetivo del imperialismo es incidir en la designación de los diferentes candidatos presidenciales y, de ser posible, realizar una configuración de las elecciones para afectar al partido que se encuentra en posesión de la administración pública federal.

Estados Unidos y la Iglesia Católica jamás van a conceder un sitio respetable para México, el darwinismo de las relaciones internacionales motiva para que nuestro país permanezca como ínsula de dominación. De ahí la necesidad para MORENA en replantear la política exterior con Norteamérica y digerir el imperialismo que geográficamente es absoluto. El nacionalismo no sólo es recuperar los estilos tradicionales y populistas de la forma política que tiene México sino impulsar medidas inteligentes para cambiar el destino que pretenden determinar los poderes fácticos.

 




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