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Ella


Jorge Zavaleta Balazero

Ella solo quer铆a vivir la vida. As铆, simplemente. As铆 de simple. Y as铆 me lo hizo saber, desde el principio. No, no se trataba de poner condiciones, nada de eso, ella no era de esas chicas que se hac铆an de rogar, ella iba por la autopista de la vida, directa, a toda velocidad, sin pedirle nada a nadie. Ella, siempre ella.

 La Plaza principal de Trujillo, ciudad fundada en 1535 por Diego de Almagro


Cuando la conoc铆, bailaba en una discoteca, de noche. Se confund铆a con otras decenas de bailarines y bailarinas. Yo aferraba mis dedos al vaso de Coca Cola, un absoluto extra帽o bebiendo una gaseosa en el bar. A ella la divis茅 de lejos. De pronto un intercambio de luces y ella apareci贸, justo al fondo del escenario. Llevaba una camiseta sin mangas, recuerdo que vi sus brazos largos y blancos, la mitad del rostro efervescente, la otra mitad a煤n la ocultaban las sombras de la fiesta. Pude haber dicho y hecho muchas cosas esa noche. Sucedi贸 hace unos dos a帽os. Yo estudiaba un doctorado en una universidad norteamericana. Era el tiempo preciso para ponerme a pensar que lo mejor era mandar todo al diablo y volverme a mi incomprensible pa铆s. Pero no lo hice.

Pasaba horas enteras en la biblioteca, era mi segundo hogar. Sustitu铆a mis propias fantas铆as con la precisa visi贸n de las chicas rubias, casta帽as y pelirrojas de cabello largo, mallas el谩sticas y piernas que siempre ser铆an un ensue帽o. Las buscaba con la mirada, las encontraba. Algunas, a veces, me sonre铆an. Entonces sent铆a estar en el s茅ptimo cielo. Me ten铆a que despertar en alg煤n momento, volver a mi mundo, a trabajar, a preparar la clase que dictar铆a al d铆a siguiente. Yo, el previsible, me hab铆a convertido en la persona m谩s descuidada. Me iba a descansar en un sof谩, en el caf茅 de la biblioteca, tomaba asiento frente a una chica divina cuyo rostro gr谩cil y juvenil encend铆a mi pasi贸n igual que la de un adolescente. Lo cierto es que la adolescente era ella, cruzando las piernas, meditando, la cabeza metida en su libro, atenta a sus apuntes. De pronto me miraba. Una sonrisa. O dos. Ya ten铆a mi funci贸n de cine nocturna adelantada. As铆 era yo. Dejarse llevar, como un barco que cruza el oc茅ano, a alg煤n lugar vas a llegar. Vas a ver.

Entonces, me dorm铆a. Creo que estaba sonando porque sent铆 que alguien me golpeaba en el hombro. Vi a otra chica, igual de celestial, otra vez el cuidado y largo cabello, las panties de una vampiresa posmoderna. La mir茅. Todo sonrisas, ella. Disculpa, le dije. Se alej贸, dej谩ndome el encanto de su coqueter铆a. Ten铆a que concentrarme en mi trabajo de profesor entonces. Pero prefer铆a ver pel铆culas. Saqu茅 cinco de la biblioteca. Iba a ser un festival ese fin de semana. Antonioni, Bergman, Tarkovsky. No habr铆a principio ni fin, s贸lo los DVD que yo insertar铆a en mi computadora. Ah, el magnetismo del cine, vieja compa帽铆a, viejo amigo desde hace tantos a帽os. El 煤nico amigo, el 煤nico que no me abandon贸. No me importaba el mundo. Pod铆a saciarme mirando pel铆culas una y otra vez. Y volver a empezar. Ah, y la clase, ya casi terminaba el plan. Les hablar铆a de Cort谩zar a mis estudiantes. No ser铆a f谩cil. Nada es f谩cil en esta vida. Yo lo s茅 m谩s que nadie.

Sent铆a la necesidad de irme, a ratos. La universidad me gustaba pero los fines de semana eran un aislamiento sin salida. De eso quer铆a escaparme. Pero quer铆a terminar el doctorado tambi茅n. Uno tiene que elegir, yo lo hice. Me com铆 las u帽as y son茅 mi nariz. Enjugu茅 mis l谩grimas. Tal vez no era para tanto. Ir铆a al bar, a la discoteca, conocer铆a a una chica, nos mirar铆amos. Ella ser铆a una intelectual descocada, una hero铆na de Hollywood que quer铆a encontrar su propio mundo de Oz. Yo estar铆a a su alcance. Nos entrelazar铆amos locamente, sin ninguna dificultad. Yo sentir铆a el agua que caer铆a de la ducha, a chorros, mojando su cuerpo y el m铆o. Su piel ser铆a mi mejor presente. La tomar铆a por la cintura. Ella me brindar铆a su espalda. La jabonar铆a. Ella reir铆a, me regalar铆a su sonrisa, su encanto. Volver铆amos a la cama. Besar铆a su frente. Sus ojos luminosos y deliciosos. Ella acomodar铆a sus piernas entre las m铆as. Su piel era un regalo. Pod铆a sentir el silencio de la noche, ver la habitaci贸n oscura, sentirla a ella sobre m铆, inventando sonrisas, postergando todas mis tristezas. La sent铆a dentro de m铆. Y esto deber铆a haber durado para siempre. Una eternidad. Un sue帽o. Un arco铆ris. Podr铆a inventarle un nombre, Ann, Anne, Annie, Amber, Alaina, Angel, Alana... Me acabar铆a el abecedario. Y volver a empezar...

Tuve que ir temprano a mi sal贸n de clases. S贸lo dos alumnos estaban realmente interesados en Cort谩zar. El resto eran convidados de piedra. Desperdici茅 mi tiempo. Pero era parte del asunto. Un juego. Eso, el doctorado es un juego. Alguna vez lo vas a ganar, lo vas a tener, va a ser tuyo, vas a romper tu diploma en mil pedazos y vas a gritar que amas la vida. Escrib铆 dos palabras en la pizarra y les dese茅 buen fin de semana a mis alumnos. Kaitlin se acerc贸 con una pregunta. Ah, linda Kaitlin, c贸mo olvidar tus ojos virtuosos, la sonrisa que me obsequiabas mientras escuchabas mis explicaciones. “Gracias, Jorge”, me dijiste al final. Yo miraba c贸mo tus piernas se alejaban, casi desliz谩ndose, hacia la puerta. Guard茅 el computador y dej茅 el sal贸n. Quedaban muchas clases a煤n. No era f谩cil, pero yo ten铆a mi filosof铆a.

Entonces vi a la chica en la discoteca. Absolutamente quim茅rica y, sin embargo, en un descanso del baile, tropezamos. As铆 es el amor. Me mir贸. Los ojos eran dos ventanas incandescentes. Me pregunt贸 por qu茅 beb铆a Coca Cola. Me sonre铆. Calcul茅 lo que podr铆a pasar esa noche, si toda la suerte del mundo me acompa帽aba. Su ingl茅s era el m谩s correcto que he escuchado en mucho tiempo. Comenz贸 a fumar un cigarrillo. T煤 ense帽as en Pitt, me dijo. Asent铆. ¿Espa帽ol? S铆, confirm茅. Me mir贸, quer铆a que bail谩ramos. Qu茅 pod铆a hacer. Pronto estuve movi茅ndome en la pista, escuchando mis nost谩lgicas tonadas de los 80. Me abraz贸. Sent铆 emoci贸n y angustia, mezcladas, por un momento. La pr贸xima vez la guiar铆a, no le quitar铆a la mirada, la poseer铆a con la m铆a.

El show sigui贸 y yo era incansable. Pero ella aun m谩s. Lleg贸 la hora de la despedida. Claro, vendr铆a el pr贸ximo viernes. Y el s谩bado. Me estrech贸 la mano. Me dijo hasta luego en espa帽ol. Cruc茅 la pista, la estaci贸n de gas, una calle y llegu茅 a mi buhardilla. Una vez en mi cama trat茅 de analizar la situaci贸n. Me gan贸 el sue帽o, la noche un谩nime de la que habla Borges. Volver铆a a la discoteca la pr贸xima semana. Y ser铆a un doctor en un par de a帽os. Vale la pena so帽ar. ¿Qu茅 ocurrir铆a, realmente? Imagin茅 su espalda tersa y desnuda, la camiseta sin mangas que ca铆a al suelo. La sent铆 meterse junto a m铆 en la cama.

En el aeropuerto, sent铆 mi propia discreci贸n. Lleg贸 el tren y me llev贸 a la puerta 47. Dejaba Pittsburgh. Por un par de meses. Lima no era el mejor de los mundos pero, mal que bien, all铆 hab铆a crecido y me hab铆a interesado por la literatura, mi alma gemela. El vuelo fue cansino, lento. Mis padres me esperaron con los brazos abiertos. Com铆 arroz con pato y beb铆 Inca Kola la primera noche. Dorm铆 como un cerdo, arrullado por mi infinita colecci贸n de CD. Quise hacer planes, intentar salidas, pero me di cuenta de que no conoc铆a a nadie. Ya hab铆a pasado mucho tiempo. Camin茅 todo Larco, Comandante Espinar, Pardo, la Arequipa. Era invierno y Lima se volv铆a una mancha negra, ni siquiera gris. Decid铆 encerrarme en mi habitaci贸n. A veces no sal铆a en tres d铆as. Mejor para m铆.

De nuevo, las despedidas. A abrazarse con los padres y partir para Pittsburgh. Coincidi贸 que era s谩bado cuando llegu茅. Fui al bar, la discoteca. La esper茅 a ella. Lleg贸, me salud贸. Sonre铆mos. Bailamos. Me llev贸 en su auto en plena madrugada. Ya no hab铆a historias que inventar. Efectivamente, su camiseta sin mangas cay贸 de la cama. Sus pechos eran fant谩sticos. Acarici茅 sus hombros, recorr铆 sus piernas, sus muslos. Bes茅 su sexo. Fui feliz. Despertamos. Me invit贸 caf茅. Le dije que la quer铆a toda la vida, junto a m铆. Que ser铆a Doctor en Literatura Latinoamericana. Un Ph.D. Lo voy a pensar, me dijo. ¿Quieres estar conmigo?, le pregunt茅. Quiz谩, me dijo. Se ri贸 y se tap贸 la cara con la mitad de su cabellera larga.

Pasamos el fin de semana juntos. Luego volvieron las clases y la rutina. No me soportaba a m铆 mismo, nunca, jam谩s. Intent茅 ver m谩s pel铆culas, todav铆a m谩s. Comenc茅 a escribir mi tesis. A veces simplemente odiaba este trabajo. La quer铆a a ella, a la chica de la disco, pero no siempre nos encontr谩bamos. Para ser francos, era demasiado joven para m铆. Compartir una cama una noche con un hombre venido del Sur Global no era, necesariamente, todo para ella. Pero, igual, repetimos los actos sexuales y amatorios y ella comenz贸 a aceptarme. Tambi茅n escrib铆a, como yo. A veces. Tambi茅n era obsesiva. Ten铆a un tatuaje en el muslo izquierdo. Un drag贸n peque帽o, echando fuego.

Voy a terminar aqu铆 esta historia. Es tarde y ma帽ana tengo que programar la defensa de mi tesis doctoral. S铆, ser茅 un Ph.D. en un mes. R谩pido pasa el tiempo. Ser谩 mi regalo de Navidad, de A帽o Nuevo, el esfuerzo y el sacrificio ri茅ndose complaciente y socarronamente frente al espejo. A煤n tengo el tel茅fono de ella. La dej茅 de ver, hace un tiempo. Fue un mutis de com煤n acuerdo. Quiz谩 la llame para Navidad. No s茅, no puedo saber, si volver谩n esos tiempos gloriosos en su apartamento, en su habitaci贸n, en su lecho, o s贸lo sentir que conduce por la autopista, habl谩ndome de rato en rato, demostrando que es feliz y se siente contenta, pl谩cida, junto a m铆, a su lado. Vamos a descubrir si a煤n podemos encender esa magia. Forever.

CRONICAS REFERENTES

https://papeldearbol-papeldearbol.blogspot.com/2022/12/existe-una-navidad-moderna.html  Alemania XXI

https://letralia.com/firmas/zavaletabalarezojorge.htm Universidad de Pittsburg PA  2016.

https://papeldearbol-papeldearbol.blogspot.com/2022/12/meditaciones-en-navidad-por-isaias.html Trujillo = Caraz Peru .

 

 

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