OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave
Tanto escándalo mediático, para que el ínclito Edmundo Jacobo Molina, después de ser reinstalado como Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, INE, en base a argucias legaloides, nos salga con la “graciosa huida”, es decir su renuncia a partir del 3 de abril en que sus jefes, maestros ideológicos y compinches terminan su gestión como mandamases del organismo autónomo, obvio, nos referimos a los hasta ahora, presidente, Lorenzo Córdova Vianello y consejero, Ciro Murayama, además de Adriana Margarita Favela Herrera y José Roberto Ruiz Saldaña y Rendón.
Por razones que se explican por sí solas, se imponía la renuncia al cargo de Edmundo Jacobo, no obstante que contó con el apoyo de otra defenestrada, la magistrada Janine Madeline Otólora Malasis, por violar la Constitución al no acatar el principio de imparcialidad previsto en el artículo 17 de la Constitución.
Recuérdese que Janine Otalora, también se vio obligada a renunciar, a principios del 2019, a la presidencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, TEPJF, según explicó al asumir sus responsabilidades de juez constitucional, en aras de facilitar la transición del Tribunal.
En una rueda de prensa citada de última hora, Jacobo afirmó, contrito: "Estoy aquí para anunciar y explicar de manera muy puntual las razones por las cuales he presentado al consejero presidente mi renuncia al cargo de secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, con efectos a partir del próximo 3 de abril", declaró.
De Kafka: “Con mi renuncia respondo a los mexicanos que me han respaldado, que estoy con ustedes, dispuesto a defender la democracia y con una sociedad más justa y equitativa”, o lo que es lo mismo se rajó, ya no la pondrá defender desde dentro porque constitucionalmente cesaron en sus encargos sus jefes y adláteres.
Claro, como una autodefensa de última hora, expuso que en los últimos meses el diseño “discreto y con bajo protagonismo” que realizó desde su función se rompió con el debate del Plan B de la reforma electoral.
Luego presume de “la notoriedad que, sin buscarla he adquirido”, y añade que por lo tanto “constituye un impedimento para continuar desempeñando con discreción las actividades de la Secretaría Ejecutiva”.
Seamos sinceros, la decisión la tomó porque de ninguna manera le convenía quedarse sólo en el INE, repetimos, escogió, exacto la fecha en que salen del INE, los consejeros electorales: Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama Rendón.
Es decir, se acabó para siempre la trilogía que por tantos años mantuvo el poder con pingües salarios y prerrogativas. Córdova se va con una indemnización que oscila entre 9 y 16 millones de pesos, además de los salarios millonarios que al igual que sus pares recibieron a lo largo de sus años de gestión. Esperemos, los revoquen, es un insulto al pueblo de México. TANTO ESCÁNDALO PARA QUE JACOBO RENUNCIE.
