OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave
La pirámide del humanista estadounidense Abraham Maslow, es una teoría sobre la motivación y trata de explicar en forma sencilla qué impulsa la conducta humana o el comportamiento según sus necesidades.
Su teoría abarca una pirámide de 5 niveles, nosotros, para los efectos de este comentario, nos remitimos al de la cima: “se trata del nivel más alto y únicamente puede ser satisfecho una vez que todos los demás han sido alcanzados. En esta etapa es cuando el ser humano busca su crecimiento personal y desarrollar todo su potencial para lograr su éxito. Son personas autorrealizadas aquellas que son conscientes de sí mismas y se preocupan por las opiniones de los demás: moralidad, creatividad, éxito, etcétera. Este quinto nivel es el más racional y el que nos diferenciaría de los animales, ya que el resto son necesidades de carencia”.
Recurro al sociólogo para explicar el cambio de paradigma que se está dando en el mundo respecto a las personas de la tercera edad, ahora calificadas de jóvenes mayores.
Podría asegurar de acuerdo con lo que, está ocurriendo en varios países y entre ellos, México, que estamos regresando, para bien de la humanidad, a reconocer que la experiencia, en todos los campos, no la suple nadie, mucho menos la juventud que, si quiere tener éxito tiene que trabajar duro. Siempre hemos sostenido que este mundo es de los preparados, y más de los preparados con la experiencia.
Nos llega una información de “La Vanguardia” que, de acuerdo con su lenguaje, nos dice que “los trabajadores ‘pre mayores’ se cotizan al alza por la falta de profesionales capacitados en distintos sectores, lo cual ha provocado que no pocas empresas estén contratando profesionales de más de 50 años”.
Recurre a un sin número de ejemplos, por síntesis sólo mencionamos uno: “Lourdes G., responsable de calidad, no se podía creer lo que le ocurrió hace dos años. A sus 58 años fue contratada por una empresa de ingeniería, en una localidad próxima a Madrid, con un sueldo algo inferior a su anterior trabajo, pero también es cierto que en esta ocasión no lleva aparejado la jefatura. “¡A mis 58 años!”, apunta con gran sorpresa. Pero es que, según le explicaron en recursos humanos de su nueva empresa, necesitaban un profesional con experiencia, que desde el primer día se pusiera mano a mano a sacar el trabajo adelante. No podían optar por un joven al que formar. Necesitaban conocimiento, y lo necesitaban ya”.
Al referirme a un reportaje anterior, expresé: lo que más me agradó del mismo fue que los autores al referirse a este “debate de suma actualidad en países que asisten a un acelerado envejecimiento, como Japón o España, nos informan que los gerontólogos nipones, tras observar que cada vez más personas superan los 90 años, propusieron, hace ya seis años, reclasificar la vejez en tres grupos: los “premayores”, referido a las personas entre los 65 y los 74 años; para quienes están entre los 75 y los 90, “mayores” y “súpermayores”, para los que cuentan con más de 90 años.
En nuestro país, los anteriores gobiernos dejaron un déficit de médicos en el sector salud, por lo que el actual gobierno ha convocado a más de 27 mil galenos jubilados, de 50 años o más, para que se reincorporen sin perder su privilegio de jubilados.
La respuesta ha sido muy rala, por la maldita cultura de la desconfianza, esperemos que se reponga esta actitud. Los adultos jóvenes tienen todas las oportunidades por su capacidad y experiencia. LOS ADULTOS MAYORES ESTÁN DE REGRESO A LA FUERZA DEL TRABAJO.
