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Sudán: 500 días de guerra

Se cumplen 500 días desde que empezó la guerra en Sudán, que no entiende ni de derecho humanitario ni de neutralidad. Es un desprecio total a la población civil y a la misión médica.

El conflicto ha dejado miles de muertos y heridos, y ha provocado la mayor crisis de desplazamiento del mundo, con más de 10 millones de personas obligadas a huir de sus hogares. Ayudarles es nuestro compromiso y misión, pero a menudo estamos solos y las necesidades superan nuestra capacidad de respuesta.

Médicos Sin Fronteras


Se cumplen 500 días desde que Sudán empezó a sufrir su peor crisis humanitaria hasta la fecha. Una efeméride infame para las organizaciones humanitarias internacionales y los donantes, que durante más de 16 meses no han dado una respuesta adecuada a las crecientes necesidades médicas del país, desde la catastrófica desnutrición infantil hasta los brotes generalizados de enfermedades. Las fuertes restricciones impuestas por las dos partes beligerantes han limitado drásticamente la capacidad de proporcionar ayuda, incluida la nuestra.


Los combates entre las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR) y las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), que comenzaron en la capital, Jartum, el 15 de abril de 2023, se han extendido por múltiples partes del país, desencadenando una crisis humanitaria sin precedentes en Sudán. El conflicto ha dejado decenas de miles de muertos y heridos. Entre abril de 2023 y junio de 2024, MSF atendimos a 11.985 heridos de guerra en los hospitales que apoyamos. La violencia ha creado la mayor crisis de desplazamiento del mundo: más de 10 millones de personas, o una de cada cinco personas en Sudán, se han visto obligadas a huir de sus hogares, muchas de ellas enfrentándose a desplazamientos repetidos, según la ONU.


La doctora sudanesa Faiza Hamed Hangata, de 24 años y natural de El Geneina, en Darfur, examina a un niño en la sala de pediatría del hospital de MSF en Metche, en el este de Chad, el 7 de agosto de 2024. © Finbarr O’Reilly/VII Photo


Mientras las soluciones políticas a la crisis se tambalean, la desnutrición aumenta en medio del aumento de los precios de los alimentos y la falta de suministros humanitarios. Más allá de la catastrófica situación del campo de Zamzam, en Darfur Norte, nuestros centros de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados en otras zonas de Darfur como El Geneina, Nyala y Rokero están llenos de pacientes, y lo mismo ocurre en los campos de refugiados donde operamos en el este de Chad. Desde el inicio de la guerra hasta junio de 2024, hemos tratado a 34.751 niños y niñas con desnutrición aguda en Sudán.

“Hoy los niños mueren de desnutrición en todo Sudán. La ayuda que necesitan con más urgencia apenas llega y, cuando lo hace, a menudo está bloqueada”, afirma Tuna Turkmen, nuestra coordinadora de emergencias en Darfur. “En julio, por ejemplo, camiones con suministros de MSF en dos lugares diferentes de Darfur fueron bloqueados para que no llegaran a su destino. Dos camiones fueron retenidos por RSF, y uno fue incautado por hombres armados desconocidos”.

La situación también es difícil en el este y el centro de Sudán. “En el sur de Jartum, MSF lleva muchos meses sin poder llevar suministros médicos y personal internacional a los hospitales. Cada vez es más difícil prestar la atención médica que necesitan nuestros pacientes, incluida la atención de maternidad y urgencias”, afirma Claire San Filippo, nuestra coordinadora de emergencias en Sudán.

Además de los impedimentos humanos impuestos o tolerados por las partes beligerantes, como la anarquía, la inseguridad, los obstáculos burocráticos y el retraso o la denegación de permisos para llegar a las poblaciones afectadas, que han ralentizado considerablemente la respuesta humanitaria, ahora los impedimentos naturales también obstaculizan los movimientos del personal y los suministros humanitarios.

La temporada de lluvias, un fenómeno anual que agrava las necesidades y complica los desplazamientos, está en su punto álgido. Las fuertes lluvias han inundado los pasos fronterizos y han arrasado carreteras y puentes críticos. Con el derrumbe del puente de Mornei, en Darfur Occidental, la única ruta vital que conecta Darfur Central y Meridional con Chad, desde donde llegan los suministros, millones de personas no podrán recibir la ayuda que llega por carretera.


Bala extraída a una refugiada sudanesa a la que habían disparado en el cuello. Hospital de Abéché, Chad. © Mohammad Ghannam/MSF


Ya se observa un repunte de los casos de paludismo y de las enfermedades transmitidas por el agua, con brotes de cólera declarados en al menos tres estados. La amenaza de enfermedades infantiles prevenibles mediante vacunación, como el sarampión, se cierne sobre los niños, ya que la guerra ha paralizado las campañas de inmunización.

Mientras tanto, el conflicto ha dejado fuera de servicio casi el 80% de los centros de salud, según la Organización Mundial de la Salud, paralizando un sistema sanitario ya en dificultades. Sólo en El Fasher, las instalaciones apoyadas por MSF fueron atacadas 12 veces y sólo un hospital público sigue funcionando parcialmente con capacidad para realizar intervenciones quirúrgicas desde que los combates se intensificaron en la ciudad en mayo.

Más recientemente, el 22 de agosto, sobre las 4:40 de la madrugada, un bombardeo alcanzó la casa donde se alojaba parte de nuestro equipo que trabaja en El Fasher y Zamzam. Afortunadamente, los daños fueron solo materiales y nadie resultó herido. Se trata del 84º incidente violento contra personal, vehículos y locales de MSF en Sudán desde el inicio de este conflicto, que se ha caracterizado por un flagrante desprecio por la protección de los civiles, así como del personal y las instalaciones sanitarias.

La situación no es mucho mejor en los países vecinos, donde cerca de dos millones de personas han buscado refugio, a menudo separándose de sus seres queridos. “Mi marido lleva desaparecido más de un año y no sé dónde está”, dice Um Adel, una mujer de Metche, un campo del este de Chad. “[Mi hijo] Khalid estaba bien, hasta que la comida empezó a disminuir. Después de uno o dos días sin comer bien, le subió la fiebre. No me siento a gusto aquí y la situación no es buena, quiero volver a Sudán”.

Las partes beligerantes, y los Estados miembros con influencia sobre ellas, deben garantizar la protección de los civiles, el personal sanitario y las instalaciones médicas. Las autoridades responsables de ambos bandos del conflicto deben simplificar los procesos de concesión de permisos para los movimientos humanitarios y del personal a través de todas las rutas disponibles a través de las fronteras, los estados y las líneas del frente, y proporcionar respuestas rápidas. Y las Naciones Unidas, las agencias pertinentes y cualquiera que tenga el poder de ayudar deben emplear todas las medidas para garantizar que las rutas de acceso disponibles se utilicen al máximo.

“MSF intenta llenar algunos de los vacíos. En muchos lugares donde trabajamos somos la única organización internacional que opera, pero no podemos hacer frente solos a esta enorme crisis. También luchamos por hacer llegar suministros y personal a nuestros proyectos. Además del acceso, también es esencial garantizar una financiación sostenida a las agencias de la ONU, así como a las organizaciones y equipos de respuesta locales, que son los que se están llevando la peor parte de esta respuesta”, afirma Esperanza Santos, nuestra coordinadora de emergencias en Port Sudan. “Una respuesta significativa con ayuda que llegue a las personas que más la necesitan debe empezar ya. No hay más tiempo que perder”.
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