
Jorge Majfud
La nueva democracia blanca de las Trece Colonias, aparentemente fundada en las ideas de la Ilustraci贸n de los fil贸sofos radicales, era mucho menos democr谩tica que la centenaria confederaci贸n de tribus iroqueses. La Liga de las Seis Naciones, Liga Iroqu茅s o Gran Liga de la Paz, hab铆a sido fundada en 1142 con la integraci贸n de diferentes pueblos originarios de Norteam茅rica como soluci贸n a un per铆odo de conflictos y disputas individuales por el poder. Fue una de las democracias participativas m谩s antiguas del planeta, basada en la b煤squeda de la paz y en la redistribuci贸n de la producci贸n colectiva.
Los iroqu茅s aceptaban inmigrantes, pueblos desplazados y hasta a sus derrotados en las guerras. Aunque algunos prisioneros pod铆an ser forzados a trabajar, su servidumbre no estaba ligada a su raza y, luego de un tiempo, sol铆an ser adoptados por familias establecidas.
Los pueblos americanos ejerc铆an formas m谩s democr谩ticas, menos patriarcales (en muchos aspectos eran matriarcales) y m谩s equitativas que los europeos. Los ejemplos de democracia europea se limitaban a grupos peque帽os, como en el caso ingl茅s, luego de la destrucci贸n de las tradicionales tierras comunales, del surgimiento de la comercializaci贸n de casi todo a fuerza de ca帽贸n, como fue el caso de las compa帽铆as trasnacionales, de los mismos piratas, los que fundaron un rasgo t铆pico del occidente capitalista: amables democracias adentro y arriba; brutales dictaduras afuera y abajo.
En marcado contraste con las nuevas sociedades capitalistas en Europa, en las Am茅ricas el 茅xito social se reflejaba en una expectativa de vida mayor y en una mayor estatura que la europea, debido a mejores condiciones de salud y de trabajo. Los nativos trabajaban menos horas por d铆a; la mitad de los d铆as al a帽o que los trabajadores europeos. Hab铆an consolidado un sistema de seguridad social que proteg铆a a los integrantes m谩s d茅biles, como los ancianos y los enfermos, una desigualdad social mucho menor y una frecuencia de guerras internacionales muy inferior a la europea.
Un ejemplo conocido de democracia en Norteam茅rica, siglos antes de la fundaci贸n de la llamada “democracia americana”, fue la federaci贸n de pueblos iroqu茅s, que fundadores como Benjam铆n Franklin conoc铆an muy bien pero no quisieron mencionar en los voluminosos debates constitucionales y unionistas. No es dif铆cil adivinar por qu茅, si consideramos el racismo cr贸nico de los llamados Padres fundadores. El mismo Franklin, en una carta a James Parker fechada el 20 de marzo de 1751, argumentando a favor de la posibilidad de crear una federaci贸n de doce colonias independientes, se refiri贸 a la verg眉enza de que los colonos ingleses no pudieran lograrlo cuando desde hac铆a mucho tiempo ya lo hab铆an hecho “seis naciones de salvajes ignorantes”. Seg煤n Franklin, “Ser铆a algo muy extra帽o que seis naciones de salvajes ignorantes fueran capaces de formar un plan para tal uni贸n, que haya subsistido por siglos y parezca indisoluble; y que una uni贸n similar fuera impracticable para una docena de colonias inglesas, para quienes es m谩s necesaria y debe ser m谩s ventajosa, y de quienes no se puede suponer que carezcan de una comprensi贸n igual de sus intereses”. Las 13 flechas que ahora sostiene el 谩guila en el escudo de Estados Unidos procede de una met谩fora iroqu茅s: es m谩s f谩cil quebrar muchas flechas por separado que quebrarlas todas juntas.
Cuarenta a帽os m谩s tarde, poco despu茅s de la independencia de las Trece colonias y de la expulsi贸n de varios pueblos ind铆genas allende los Apalaches, en 1784, Benjam铆n Franklin matiz贸 sus juicios de juventud:
“De j贸venes, los indios son cazadores y guerreros; de viejos son consejeros, pues todo su gobierno se basa en el consejo de los sabios. No tienen fuerza [polic铆a], no tienen prisiones, no hay oficiales que obliguen a la obediencia o inflijan castigos”. Aunque la imagen popular puede reducir a esta confederaci贸n a una uni贸n de tribus de reducido tama帽o, en el siglo XVI su poblaci贸n exced铆a la de los estados esclavistas del sur―Virginia, Maryland, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia.
Las observaciones de Franklin contin煤an arrojando un tesoro de informaci贸n que ser铆a m谩s tarde olvidado: aparte de cazadores, constructores y guerreros, los salvajes “estudian oratoria; el mejor orador es el que tiene mayor influencia. Las mujeres cultivan la tierra, preparan los alimentos, cuidan y cr铆an a los ni帽os, y transmiten el recuerdo de las transacciones p煤blicas. Estas ocupaciones de hombres y mujeres se consideran naturales y honorables. Al tener pocas necesidades artificiales, tienen abundancia de tiempo libre para mejorar mediante la conversaci贸n. Ellos consideran que nuestro laborioso estilo de vida es vil y servil, y que el conocimiento en el que nos valoramos a nosotros mismos es fr铆volo e in煤til. Un ejemplo de esto ocurri贸 en el Tratado de Lancaster en Pensilvania, en el a帽o 1744, entre el Gobierno de Virginia y las Seis Naciones. Despu茅s de que se resolvi贸 el asunto principal, los comisionados de Virginia informaron a los indios que hab铆a en Williamsburg una universidad con un fondo para educar a la juventud india y que si los jefes de las Seis Naciones enviaban media docena de sus hijos a esa universidad, el gobierno se ocupar铆a de que estuvieran bien provistos e instruidos en todo el saber de la gente blanca. Una de las reglas de cortes铆a de los indios es no responder a una propuesta p煤blica el mismo d铆a en que se hace. Ellos piensan que ser铆a tratarla como un asunto sin importancia. Para demostrar respeto, se toman un tiempo para considerar cada propuesta como un asunto importante. Por lo tanto, aquella vez tambi茅n aplazaron su respuesta hasta el d铆a siguiente. Cuando su vocero comenz贸 a hablar, expres贸 agradecimiento por la bondad del gobierno de Virginia por aquel ofrecimiento”.
La respuesta del vocero iroqu茅s resuena hoy de una forma que cualquier supremacista moderno encontrar铆a arrogante y otros encontramos de una extrema sabidur铆a, inteligencia y coraje intelectual:
“Sabemos”, dijo, “que ustedes tienen en alta estima el tipo de ense帽anza que se ofrece en esos colegios y que el mantenimiento de nuestros j贸venes, mientras est茅n con ustedes, les resultar谩 muy costoso. Estamos convencidos de que ustedes quieren hacernos un bien con su propuesta y se los agradecemos de coraz贸n. Pero ustedes, que son sabios, tambi茅n deben entender que las distintas naciones tienen diferentes concepciones del mundo y, por tanto, esperamos que no tomen a mal que nuestras ideas sobre la educaci贸n no sean las mismas que las de ustedes. Hemos tenido alguna experiencia al respecto. Varios de nuestros j贸venes fueron educados en sus colegios. Fueron instruidos en sus ciencias, pero cuando volvieron con nosotros ignoraban todos los medios de vida en la naturaleza. Eran incapaces de soportar el fr铆o o el hambre, no sab铆an c贸mo construir una casa, no sab铆an c贸mo cazar un ciervo o luchar contra un enemigo ni hablaban bien nuestro idioma. Agradecemos su amable ofrecimiento, pero no podemos aceptarlo. Ahora, para demostrar nuestro agradecimiento, si los caballeros de Virginia nos env铆an una docena de sus hijos, cuidaremos mucho de su educaci贸n, los instruiremos en todo lo que sabemos y los convertiremos en hombres”.
Jorge Majfud. diciembre 2024.