Ilka Oliva-Corado
Est谩 en el estanque lavando la ropa de toda la familia desde las cuatro de la madrugada, algunas llegaron desde las tres, cada una acompa帽ada con un candil para alumbrarse un poco en la gran oscurana en medio de la arboleda de la aldea. De dicha tienen una galera que las cubre un poco cuando llueve sin viento, pero cuando son tormentas no hay d贸nde refugiarse y lavan recibiendo el aguacero, terminan con la ropa empapada que va escurriendo mientras caminan de regreso hacia sus casas.
Si terminan antes de que amanezca aprovechan a ba帽arse, con jab贸n de coche o aceituno que llevan envueltos en tusas, y sin faltar la piedra poma para restregarse los carca帽ales. Pero si el d铆a aclar贸 no pueden porque el estanque est谩 a la orilla del camino y para el filo de las seis de la ma帽ana se ha llenado de vacas, cabras, ni帽os y adolescentes que van a pastorearlas. De adultos que van a tomar el autob煤s para viajar a la capital.
A las seis en punto Lupita tiene que irse a organizar la venta, a cuajar la leche para hacer el queso, irse a la parcela a cortar las flores y ramitas de velo de novia. Los huevos de las gallinas que recogieron desde la tarde anterior los envuelve de uno en uno en tusa para que no se quiebren. Corta las gu铆as de los g眉isquilares y las amarra en peque帽os manojos. Ramitas de chipil铆n y hierba mora, miel de abeja, manojos de ocote. Echa todo en el canasto y prepara su yagual.
Comienza a amasar el queso, el suero lo pone en bolsas pl谩sticas de a una libra porque tambi茅n lo vende. Coloca las bolitas de queso en hojas de guineo y las acomoda dentro del canasto. A las carreras se toma una taza de caf茅 de ma铆z, mientras se come una tortilla con sal. Se amarra el delantal, su mam谩 le persigna la venta con ramas de ruda y se va a vender a la colonia reci茅n estrenada que ahora est谩 en la que era la finca Los Cipreses.
Lupita recuerda los 谩rboles frondosos y el zacatal que hab铆a en la finca. Observa con tristeza que la urbanizaci贸n dej贸 el suelo erosionado, polvazones y lodazales, lotes diminutos que venden a la gente al precio de un ojo de la cara.
En media hora vende todo lo que llevaba en el canasto, con ese dinero va al mercado a comprar media botella de aceite, una libra sal, una libra de az煤car, bater铆as para el radio y un quetzal de dulces de cardamomo que les lleva a sus cinco hermanitos que la esperan en casa, a quienes cuida como si fueran la ni帽a de sus ojos.
Ilka Oliva-Corado.