•elmercuriodigital ▫ María Castejón Leorza. PikaraMagazine.- Las dos propuestas de la Sección Horizontes Latinos, ‘Paulina’ y ‘Las elegidas’, que abordan la violación y la trata de mujeres respectivamente, se erigen en una programación desigual como películas rompedoras, necesarias y valientes. ‘Paulina’ ha sido galardonada con el Premio Horizontes y el Premio EZAE de la Juventud.
Paulina es abogada. Su padre, juez. Paulina decide dejar de lado su carrera en la judicatura y su doctorado por un trabajo como maestra rural en Argentina. Su padre cree que es una fantasía romántica e infantil de mochilera. Ella le dice que prefiere ser una mochilera a convertirse en una persona resentida y cínica o una reaccionaria y conservadora. Paulina en el fondo, como su mismo padre asume, no necesita de la aprobación de nadie, así que inicia una nueva vida alejada de las comodidades burguesas.
A partir de la violación, la película aporta interesantes y profundas reflexiones éticas en las que se mezcla la violencia, la pobreza, el deseo de venganza o la justicia
A Paulina la violan una noche que va con su moto. Denuncia la agresión y su padre la acompaña y la apoya. En un momento le dice contundente al policía que la interroga: “No llevaba nada sensual ni provocativo”. Intuye quiénes han sido sus agresores y su violador. Llora sola por la noche pero asume la agresión con frialdad. Se queda embarazada. Paulina quiere hacer las cosas a su manera y comienza a tomar decisiones que poca gente entiende, pero que implican una gran valentía y muchas ganas de seguir adelante.
Y aquí está la grandeza y particularidad de esta película que bebe de otra película, La patota (Daniel Tinayre, Argentina, 1960); en plantear interesantes y profundas reflexiones éticas en las que se mezcla la violencia, la pobreza, el deseo de venganza o la justicia.
Dolores Fonzi, la protagonista, comentaba en la presentación de la película que no esperaba que se entendieran o compartieran las decisiones del personaje y que como público nos dejáramos llevar por el viaje que plantea. Por eso es Paulina una película necesaria, porque rompe con modelos de representación, sugiere nuevas posibilidades y nos plantea cuestiones que pocas veces hemos visto en el cine.
Cine que conmueve y remueve.
LAS ELEGIDAS (David Pablos, México, Francia, 2015)
Las elegidas es una historia, dura, durísima. Ulises es un joven que se dedica a enamorar a chicas adolescentes para meterlas a la fuerza en una red de trata de mujeres. Tiene una estrategia que nunca le falla; las atrapa en una eficaz tela de araña tejida a base de amor romántico.
Las ElegidasUlises se plantea “salvar” a Sofía, y para ello su padre, jefe de la red de trata, sólo le pone una condición, que reclute a otra joven. El cineasta hace que la espectadora se imbuya en un viaje cinematográfico brutal que sin duda juega con los códigos cinematográficos a los que estamos habituadas para destruirlos y dejarnos desamparadas, como la propia protagonista.
Varios aspectos destacan de esta historia inmisericorde. Por un lado la representación de las relaciones sexuales que están obligadas a tener las chicas. Nos encontramos con primeros planos de los consumidores de sexo, combinados con primeros planos de la protagonista en los que ni siquiera pestañea y con sonidos de las violaciones sistemáticas. Brutal. Mucho más brutal por no mostrar la violencia sexual de forma directa, en un público habituado a abundantes representaciones de violencia, tantas que ya las llegamos a naturalizar. Algo así como comer mientras ves el telediario.
El silencio denso y sucio en el que viven las chicas explotadas se convierte en un grito. La resignación nos llega y desgarra por medio de este silencio desgarrador en el que sólo se comparte el pesar y la pena y apenas funciona la empatía. No hay opción, no hay posibilidades. Y Ulises, quien pareciera en principio un posible motor de cambio y ruptura, termina como bien le indica su hermano: “matando el sentimiento”.
http://www.pikaramagazine.com/2015/09/zinemaldia-violencia-sexual/#sthash.sLuEOJKm.dpuf
Paulina es abogada. Su padre, juez. Paulina decide dejar de lado su carrera en la judicatura y su doctorado por un trabajo como maestra rural en Argentina. Su padre cree que es una fantasía romántica e infantil de mochilera. Ella le dice que prefiere ser una mochilera a convertirse en una persona resentida y cínica o una reaccionaria y conservadora. Paulina en el fondo, como su mismo padre asume, no necesita de la aprobación de nadie, así que inicia una nueva vida alejada de las comodidades burguesas.
A partir de la violación, la película aporta interesantes y profundas reflexiones éticas en las que se mezcla la violencia, la pobreza, el deseo de venganza o la justicia
A Paulina la violan una noche que va con su moto. Denuncia la agresión y su padre la acompaña y la apoya. En un momento le dice contundente al policía que la interroga: “No llevaba nada sensual ni provocativo”. Intuye quiénes han sido sus agresores y su violador. Llora sola por la noche pero asume la agresión con frialdad. Se queda embarazada. Paulina quiere hacer las cosas a su manera y comienza a tomar decisiones que poca gente entiende, pero que implican una gran valentía y muchas ganas de seguir adelante.
Y aquí está la grandeza y particularidad de esta película que bebe de otra película, La patota (Daniel Tinayre, Argentina, 1960); en plantear interesantes y profundas reflexiones éticas en las que se mezcla la violencia, la pobreza, el deseo de venganza o la justicia.
Dolores Fonzi, la protagonista, comentaba en la presentación de la película que no esperaba que se entendieran o compartieran las decisiones del personaje y que como público nos dejáramos llevar por el viaje que plantea. Por eso es Paulina una película necesaria, porque rompe con modelos de representación, sugiere nuevas posibilidades y nos plantea cuestiones que pocas veces hemos visto en el cine.
Cine que conmueve y remueve.
LAS ELEGIDAS (David Pablos, México, Francia, 2015)
Las elegidas es una historia, dura, durísima. Ulises es un joven que se dedica a enamorar a chicas adolescentes para meterlas a la fuerza en una red de trata de mujeres. Tiene una estrategia que nunca le falla; las atrapa en una eficaz tela de araña tejida a base de amor romántico.
Las ElegidasUlises se plantea “salvar” a Sofía, y para ello su padre, jefe de la red de trata, sólo le pone una condición, que reclute a otra joven. El cineasta hace que la espectadora se imbuya en un viaje cinematográfico brutal que sin duda juega con los códigos cinematográficos a los que estamos habituadas para destruirlos y dejarnos desamparadas, como la propia protagonista.
Varios aspectos destacan de esta historia inmisericorde. Por un lado la representación de las relaciones sexuales que están obligadas a tener las chicas. Nos encontramos con primeros planos de los consumidores de sexo, combinados con primeros planos de la protagonista en los que ni siquiera pestañea y con sonidos de las violaciones sistemáticas. Brutal. Mucho más brutal por no mostrar la violencia sexual de forma directa, en un público habituado a abundantes representaciones de violencia, tantas que ya las llegamos a naturalizar. Algo así como comer mientras ves el telediario.
El silencio denso y sucio en el que viven las chicas explotadas se convierte en un grito. La resignación nos llega y desgarra por medio de este silencio desgarrador en el que sólo se comparte el pesar y la pena y apenas funciona la empatía. No hay opción, no hay posibilidades. Y Ulises, quien pareciera en principio un posible motor de cambio y ruptura, termina como bien le indica su hermano: “matando el sentimiento”.
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