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Capitalismo cada vez más salvaje

Capitalismo cada vez más salvaje

La pobreza y la desigualdad han crecido tanto, que hasta economistas ajenos al marxismo como Thomas Piketti (“El capital en el siglo XXI”, 2013), están recomendando altas tasas impositivas a los grandes capitales para detener la catástrofe social que el salvaje capitalismo neoliberal está originando.


Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México



Por las actividades académicas en la que estoy involucrado, estoy leyendo nuevamente el libro del teórico ingles Ralph Miliband que lleva por título “El Estado en la sociedad capitalista”, que fuera publicado en inglés en 1969 y posteriormente en español en 1970. Siendo un estudiante de licenciatura en sociología, recuerdo haber leído ese texto en el ya lejano 1972. Como siempre sucede, cada vez que uno vuelve a leer un libro, sobre todo si lo hace años después, encuentra perspectivas nuevas y acaso inimaginables en el anterior momento. El lector o lectora se acerca a un texto con toda la carga valorativa y de conocimientos que lleva adentro. Además el texto adquiere una iluminación distinta dependiendo del momento histórico en que se esté leyendo.



Todo esto he pensado ahora que leo el libro de Miliband, 44 años después de haberlo leído por primera vez. Y con sorpresa advierto, cuan profundamente ha cambiado el capitalismo en el mundo -particularmente en el desarrollado- en este último medio siglo. La sociedad capitalista y el Estado que analiza el teórico, tenía la impronta de las luchas obreras que arrancaron en el siglo XIX y el miedo al comunismo que se materializaba en una emergente Unión Soviética y en general los países del socialismo real. El resultado fue que en los países centrales surgió el capitalismo keynesiano y el Estado benefactor. Sus rasgos fueron sindicatos fuertes, negociación salarial mediada por el Estado, seguridad social amplia, pleno empleo, contratos colectivos, seguridad laboral, distribución progresiva del ingreso. Todo esto relata Miliband en su libro para pasar a refutar los argumentos legitimadores que generaba este tipo de capitalismo: contrario a lo que Marx había postulado, el Estado no era propiedad de una clase sino expresión de un plural poder compartido por grupos diversos, la desigualdad había disminuido así como la pobreza y las clases sociales estaban desapareciendo por todo lo anterior.


Lo que hoy vivimos dista mucho de ese retrato que ya era idílico en aquella época. Los sindicatos han sido desarticulados; la seguridad social se ha recortado drásticamente y se está privatizando y convirtiendo en mercado; el desempleo ha crecido espectacularmente así como la precariedad laboral; el Estado se ha reducido al mínimo pero es mucho más represivo; los salarios han descendido. La pobreza y la desigualdad han crecido tanto, que hasta economistas ajenos al marxismo como Thomas Piketti (“El capital en el siglo XXI”, 2013), están recomendando altas tasas impositivas a los grandes capitales para detener la catástrofe social que el salvaje capitalismo neoliberal está originando.


Ralph Miliband murió en 1994. Tuvo ocasión todavía de presenciar como el Estado y el capitalismo que analizó estaba teniendo cambios drásticos. Lo paradójico es que se siguen repitiendo muchos de los argumentos que él combatió y que habían surgido de la fuerte presencia estatal y avances sociales de la socialdemocracia clásica. Hoy se sigue repitiendo que la pobreza disminuye, que las clases sociales ya no existen y que el Estado es ajeno al poder de una oligarquía cada vez más acusada.






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