Por Miguel Ángel Sánchez de Armas El mundo parece huérfano de aspiraciones. La descomposición social que se expresa en violencia, discriminación, asesinatos, racismo, desempleo, migración forzada, enfrentamiento partidista de bajo nivel, ambición política sin límite, sexismo, homofobia y muchos otros desencantos colectivos ha tenido un efecto colateral que se observa al paso de los años porque se construye acumulativamente: la ausencia de propuestas y tendencias culturales que ofrezcan nortes sobre el rumbo, preocupaciones y caminos que dan identidad a los grupos sociales. Esta ausencia es más acusada en la literatura, pues el signo de nuestros tiempos ha sido la imagen, que ha venido acompañada de un cierto florecimiento de productos visuales de todo tipo -no sólo artísticos. Hace tiempo que la publicidad ejerce un relevante dominio en este terreno. Esto no quiere decir que la producción literaria se haya detenido, simplemente se hizo más individual. Parece que los creadores