OPINIÓN de Rosa María Artal .- Estamos asistiendo a la decidida voluntad de derrocar con ensañamiento a un país europeo, Grecia –o con más propiedad a su gobierno inconveniente a intereses económicos muy precisos–, sin que la ciudadanía afectada parezca ser consciente de a qué se enfrenta. Ocurre en nuestro nombre, ante nuestros ojos y a plena luz del día. Dentro de 20 años, los hipócritas habituales llorarán sus lágrimas de cocodrilo por Grecia como hoy lo hacen por Srebrenica, o por cada atropello que históricamente propiciaron o no quisieron evitar. La Comunidad Internacional posee una habilidad pasmosa para inhibirse de asuntos cruciales. Lo asombroso es que ciudadanos decentes presencien la ejecución de Grecia que no será inocua para ninguno. La UE puede saltar en pedazos por esa obcecación alemana –secundada en realidad por todos sus colegas– de hacer ostentación de su poder indiscutido. Lo dicen hasta personas de la talla del Nobel Paul Krugman: el proyecto europeo está pr...