OPINIÓN de Amy Goodman Los tiroteos masivos, de una manera oscura y distópica, son tan estadounidenses como el pastel de manzana. Esto quedó dolorosamente claro el pasado 4 de julio en Highland Park, un suburbio de Chicago en el estado de Illinois, cuando un hombre armado abrió fuego contra cientos de personas que asistían al desfile anual en celebración del Día de la Independencia de Estados Unidos. Cuando el tiroteo cesó, seis personas yacían muertas junto a otras 30 que habían resultado heridas, una de las cuales murió más tarde en el hospital. El 4 de julio, los estadounidenses conmemoran el día en el que las trece colonias se declararon independientes del Reino Unido en 1776. En el preámbulo de esa declaración de independencia se proclama: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales y que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Las víctimas de la