OPINIÓN de María Silvestre Cabrera* Empieza a ser frecuente el uso de expresiones como “brecha digital”. Sin embargo, no tendemos a profundizar en los variados significados que pueda adoptar. Se entiende la primera brecha digital como aquella que distingue el diferente acceso al mundo digital y tiene que ver con la desigualdad de origen. Cuando nos referimos a la segunda brecha digital nos centramos en los diferentes usos que las personas hacen de las nuevas tecnologías. Es la tercera brecha digital de género la que pone el acento en “los códigos, estereotipos, patrones y roles de género que se reproducen en la red y que generan desigualdad”. Hace unos años, cuando internet empezaba a generalizarse, hubo feministas que pensaron que el mundo digital podría ser una oportunidad para la reivindicación de la igualdad entre mujeres y hombres, puesto que desaparecían los cuerpos y parecía que podríamos asistir a un mundo andrógino donde minimizar los impactos de los sesgos de género. Si