José Saramago 23-01-2009 El proceso de extorsión violenta de los derechos básicos del pueblo palestino y de su territorio por parte de Israel ha proseguido imparable ante la complicidad o la indiferencia de la mal llamada comunidad internacional. El escritor israelí David Grossmann, cujas críticas, en todo caso siempre cautelosas, al gobierno de su país han subido de tono, escribió un artículo publicado hace algún tiempo que Israel no conoce la compasión. Ya lo sabíamos. Con la Torá como paño de fondo, gana pleno significado la terrible e inolvidable imagen de un militar judío partiéndole a martillazos los huesos de la mano a un joven palestino capturado en la primera intifada por tirar piedras contra los tanques israelíes. Menos mal que no se la cortaron. Nada ni nadie, ni siquiera organizaciones internacionales que tendrían esa obligación, como es el caso de la ONU, han conseguido, hasta ahora, frenar las acciones más que represivas, criminales, de los sucesivos gobiernos de I