OPINIÓN de Ilka Oliva Corado, EEUU.- Me sucede todo el tiempo, que cuando asisto a eventos sociales o fiestas donde hay personas que han leído mis artículos, me señalan de mentirosa, muchas de ellas indocumentadas también, me dicen que lo que digo es falso, que esas cosas que cuento no suceden con los indocumentados, que este país es generoso y que ellos nunca han sufrido discriminación. Pero después de dos cervezas comienzan a sacar lo que realmente viven y sienten y los veo llorar y los escucho pedirme disculpas, y contarme con detalle lo miserable de sus existencias en la exclusión de una sociedad hipócrita y un sistema fétido. Me felicitan por decir las cosas claras y no quedarme callada. Los comprendo perfectamente porque no es fácil ser real en un mundo tan miserable como este, atreverse a ser transparente es afrentarse al rechazo, a la burla, a las acusaciones a la soledad. Cosa contraria sucede con los que sí tienen documentos y nunca cruzaron ninguna frontera y nunca fuer...