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Mostrando las entradas etiquetadas como LA EXTRANJERA DE MANTINEA

Conjugaciones

Por Belén Rosa de Gea .- Subo a un autobús urbano una tarde cualquiera. El conductor esboza una sonrisa, aunque solo sea para devolver con cortesía mi saludo inicial. Es invierno y sopla el viento. Muy atrás quedaron los días efervescentes de la Navidad, con sus algarabías artificiales y sus brindis, sus caprichos brillantes en envoltorios de celofán, sus borracheras y sus ilusiones efímeras. Al otro lado del pasillo un matrimonio mayor acaba de sentarse. En silencio los dos, él sujeta un carro de la compra del que asoman varios cartones de leche; ella mira al otro lado del cristal y comprueba cómo empieza el cielo a encapotarse y a dejar caer las primeras gotas. “Qué tarde más mala se está poniendo”- le dice a su marido, que simplemente asienta sin mirarla apenas con su cabeza gris. El viento arrecia fuera. Una mujer empuña su paraguas resistiendo con una mano los envites del vendaval mientras con la otra arrastra a un niño recién salido del colegio. En el umbral de un taller un

"Antisistema"

OPINIÓN de La Extranjera de Mantinea    Estar en el mundo exige al menos esto: una posición o perspectiva. Desde ella miramos nuestro entorno hasta donde nuestro conocimiento alcanza, pues bien es sabido que para ver algo hay antes que saber. Cuando a una paciente postrada en camilla el médico le muestra en el monitor las imágenes de la ecografía que le está practicando, ella sólo ve manchas donde él contempla órganos, protuberancias o lo que quiera que sea. Miramos el mundo desde nuestra experiencia y conocimiento, desde nuestros anhelos y miedos, desde ese punto de vista insustituible que somos sobre el universo. Unas veces esta mirada se hace a sí misma con grandes dosis de voluntariedad, escogiendo conscientemente y discerniendo todo lo que nos gusta de aquello otro ante lo que nos rebelamos. En ese momento somos  anti -algo, que no es otra cosa que la de ser opuesto o contrario a eso que decidimos que lo sea.  Ser  anti -algo no conlleva ser violento. Podemos ser antitaurino

Delirios marianos

OPINIÓN de La extranjera de Mantinea    Desde que hace unas semanas abrí con curiosidad malsana la página web de la Fundación Francisco Franco, no he podido sustraerme de hacerlo con cierta periodicidad para ver lo que se cuece dentro. Ya entonces me llamó la atención la enorme fotografía del juez Baltasar Garzón a modo de bienvenida, como una suerte de estandarte victorioso tras una batalla. Por aquellos días, la sentencia del Tribunal Supremo de declarar al juez culpable del delito de prevaricación había saltado a la luz pública, y ríos de tinta empezaron a correr por algunas torrenteras y ramblas que creíamos ya secas. Aquello coincidía además con el “escándalo” del caudillito dentro de una máquina de refrescos en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid, así como la exhibición de una fotografía en la que dos conocidos personajes de la vida madrileña parodiaban la Piedad, en una moderna galería de arte. Esta “blasfemia” no pasó desapercibida para los paladines de la moral de la b

Desaparecer, ¿sin más?

OPINIÓN de La extranjera de Mantinea    Foto: G. Villamil Una de las estampas más sobrecogedoras cuando viajas por carretera salta a los ojos desde el arcén, al borde mismo del asfalto. Allí, detenido en el tiempo, un hito de piedra o de mármol –o simplemente una farola acicalada al efecto- nos recuerda que alguien perdió su vida inesperadamente. Algunas veces las flores colocadas allí asoman marchitas, resecas por el sol y las inclemencias de los días; otras lucen como recién puestas, con sus colores de plástico desvaídos, pero brillantes aún. Entonces te imaginas y sientes las lágrimas vertidas, las manos trémulas del abandono junto al quitamiedos esa mañana de lluvia o de verano, el día en que regresó al lugar para volver a creerlo del todo. Gestionar la ausencia exige siempre consciencia del presente pero también una peculiar cruzada contra el olvido. El hueco que entrega quien se marchó no es solamente un registro en un rincón de esa masa gris de nuestro cerebro, sino una

De juezas y jueces

OPINIÓN de La Extranjera de Mantinea    Esta semana han pasado cosas muy dignas de ser comentadas pero, como de ellas ya se ha hablado mucho y bien, quiero ensayar un pequeño discurso sobre el discurso. Es decir, que lo que aquí ofrezco en formato reducido es un metadiscurso , si se me permite la expresión; un acercamiento a la manera que tenemos de nombrar la realidad o, al menos, una parte de ella. Para ello comienzo con una anécdota de hace unas semanas, advertida en el transcurso de un reportaje informativo. Se le preguntaba a una mujer cuál era su profesión con el fin de juzgar la calidad de sus opiniones, y la señora, de mediana edad, indicó la de ingeniero . La respuesta fue sin duda sorprendente, ya que nada en su aspecto exterior (ni sus rasgos, ni su voz, ni sus ademanes) delataba que fuera un hombre. Aquella mujer, consciente de su condición femenina, sólo había echado mano del vocabulario habitual entre sus colegas de profesión, seguramente sin darse cuenta de que con es

Justicieros

OPINIÓN de La extranjera de Mantinea    “Soy el justiciero de Dios y vengo a hacer justicia". Con esta expresión en los labios deambulaba el asesino  con la cabeza de una mujer entre sus manos. La acababa de matar en una playa de Tenerife después de perseguirla por las calles como un poseso. Esto sucedió hace algunos meses, y tan acostumbrado está el mundo a estos hechos truculentos que no dimos la menor importancia, si acaso la justa. Evidentemente ese hombre era un loco, un alucinado que al mirarse en el espejo descubría a un salvador de la humanidad destinado a limpiar el mundo de la escoria, o a vengar una vieja e inmemorial afrenta, qué se yo. Sin embargo, y pese a lo extraviado de su mente, sabía bien que la justicia divina, para ser considerada tal, debía actuar fuera de toda norma, de toda ley y de toda racionalidad. La justicia divina es precisamente ese gesto voluntarista y vengativo, alejado de todo límite impuesto por la capacidad de contención y de libertad de las

Pies de esparto

OPINIÓN de La extranjera de Mantinea       Todos los niños mineros se parecen entre sí. Por eso, al tropezarme por casualidad con una vieja foto de los “Breaker boys” norteamericanos de principios del XX, he recordado otros pequeños rostros anónimos que miramos de vez en cuando desde los agujeros de La India, Bolivia, México o Perú, por nombrar sólo algunos lugares donde todavía se fragua esta ignominia que nos avergüenza. Y he recordado también esas pequeñas sandalias de esparto que vi colgadas en la pared de una mina del sureste español durante una visita a un parque minero convertido en museo . A la mina Agrupa Vicenta sólo se va para contemplar el eco ceniciento de una manera de vivir y de morir que ya solo reservamos en forma de memoria. Y cuando se sale de allí, se te ha metido dentro no sólo el polvo feroz levantado por las barrenas, también las pequeñas manos encallecidas, la mirada empañada por la oscuridad, el golpe insistente y desacompasado de los picos que hace que tu c

“Cayetano, tú tienes la tierra”

OPINIÓN de La extranjera de Mantinea    La noticia fue esta: Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra, había visitado varias fincas y fábricas del sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) en Marinaleda, sede de sus proyectos de cooperativa y agricultura ecológica y a la sazón epicentro de la lucha jornalera en España, si podemos utilizar esta romántica expresión. El objeto de la visita no fue otro que el de celebrar la reconciliación con un gremio al que semanas antes había dirigido algunas “desafortunadas” palabras en un programa de televisión. El episodio era finalmente superado por ambas partes, de lo que dieron fe gráfica algunas fotografías tomadas por diferentes agencias durante el encuentro. Una de ellas es la que inspira e ilustra este comentario, y que me trajo a la memoria aquella célebre frase zapatista, “La tierra es para quien la trabaja”. Pero, también, imágenes de tiempos tan pretéritos como los tapices de algún hispánico palacio real. Foto: EFE Cayetano

Maravillas

OPINIÓN de La extranjera de Mantinea    Estados Unidos es el país de los prodigios. Todo cuanto allí sucede es grande, desmesurado y paradójico, ya sean las autopistas o los puentes, los rascacielos o la justicia, infinita en el imaginario colectivo. Hace unas semanas asistíamos una vez más a ese fenómeno norteamericano que ya se conoce como “viernes negro”, la jornada posterior a esa celebración de Acción de Gracias en la que se reza a Dios y se degusta el pavo asado con salsa de arándanos. Ese día de noviembre se inaugura la temporada de compras navideñas y las ciudades ofrecen una estampa de caos circulatorio y de aceras abarrotadas de ansiosos compradores a la espera de la apertura de los comercios. En esta ocasión muchos clientes no solo se han interesado en adquirir las últimas innovaciones tecnológicas de uso personal o el último juguete, también han alcanzado un record histórico en la adquisición de armas, según las últimas estadísticas aportadas por el FBI. Y es que casi

Oscuro callejón del olvido

Por La extranjera de Mantinea   Pasamos gran parte de nuestra vida consciente rememorando pasajes de nuestro pasado. Elaboramos la memoria con los recuerdos, felices o no, pero también con nuestras creencias profundas y nuestras esperanzas en el futuro. La memoria es justamente esa encrucijada entre aquello que fuimos, esto que somos y lo que queremos llegar a ser. Otras veces el inconsciente se encarga de discriminar las percepciones pretéritas entre las más de diez millones de escenas diferentes contadas a la mitad de una vida cualquiera, y de las que sólo conservamos una ínfima parte. Las otras no sabemos dónde están, pero tienen el don de aparecerse inesperadamente ante una melodía o un aroma lejanísimos. Así, de recuerdo en olvido, vamos y venimos cotidianamente. Hasta que una tarde –no importa demasiado tu edad- no alcanzas a aventurar qué comiste ese mediodía, no encuentras esas palabras con las que traducir lo que piensas, dejas de ver con suficiente claridad, desorientado

La escuela

Por La extranjera de Mantinea   Una experiencia educativa peculiar me llevó hace unos días a entrar en contacto con escolares de cuarto curso de primaria. Los niños y niñas, de nueve años de edad, aguardaban en el aula hasta mi llegada, y al hacer la entrada en ella me saludaron con un sonoro y cantarín “buenos días”. El colegio me había causado pésima impresión. Las paredes desconchadas, el deterioro de la carpintería, los baños más propios de un cuartel abandonado, la escalera alicatada con varias manos de pintura… Pese a todo, los murales y las ilustraciones hacían agradables los varios tramos de pasillo, que recibían una acogedora luz desde la claraboya acristalada del patio central. Mientras daba mis explicaciones, una maestra traducía en el lenguaje de signos las palabras. La veía gesticular a mi lado, mientras de reojo miraba al atento niño sentado frente a ella. El resto seguía mi discurso con expectación. Un rato más tarde se abrió la puerta y otra maestra entró en el aula

El miedo de Gadafi

Por La extranjera de Mantinea   Cuanto mayor es el miedo del gobernante hacia su pueblo, más tiránico se muestra. Su poder, incluso si alguna vez estuvo sometido al ordenamiento de la ley, rompe entonces con todas las barreras y desembalsa su potencia, que se torna absoluta y arbitraria. Hemos aprendido que esto es así cuando por alguna parte ha soplado el viento de la revolución. Sucedió en la mitad del XIX en toda Europa, y por entonces algunos teóricos hispánicos -como Donoso Cortés- reclamaron la presencia de un enviado del cielo que evitara el contagio de las nuevas ideas y del anhelo de libertad que éstas traían consigo. El desconcierto y el caos atribuidos al poder reivindicado desde el pueblo, a su movimiento “envalentonado”, debían ser contrarrestados por la acción omnipotente fuera de toda contención y toda norma. Una siniestra y antigua costumbre la de querer neutralizar el propio temor por medio del abandono de todo orden, mediante la decisión irracional y despiadada. L

Armas inteligentes

Por La extranjera de Mantinea   Las “armas inteligentes” retransmiten el paisaje a lo largo de su vuelo para que quede constancia de su hermoso peregrinar. Son inteligentes en estado puro, y hasta tal extremo lo son que viajan a mil kilómetros por hora guiadas por un láser o un satélite hasta alcanzar atinadamente su objetivo; no por una mano humana -que ni está ni se la ve- sino por un programa informático que suda y se entusiasma desde algún portaviones o un lugar submarino como un friki ante la pantalla del videojuego. Son tan inteligentes estos artefactos que cuando explotan lo hacen siempre con delicadeza extrema, discerniendo muy bien qué piernas ha de desmembrar, qué huérfano dejar sin padre o qué tejado de qué familia borrar del mapa. Diez metros más allá del Tomahawk la vida continúa plácidamente. Como estas armas son de inteligencia cuasi humana aciertan por supuesto a equivocarse, y entonces mueren civiles al sur de Afganistán o en los barrios populares de Bagdad, dond

La fuerza del viento

Por La extranjera de Mantinea      Hemos sabido que el viento está dispersando las partículas radiactivas escapadas de las centrales nucleares dañadas por el seísmo en Japón. Se fugan hacia el mar a expensas de las condiciones meteorológicas, y ante esta situación sólo resta vigilar el curso de su movimiento a través de satélites y otras fuentes tecnológicas de información. Es el recurso que nos queda para hacer frente y paliar la fuerza de la naturaleza cuando irrumpe en este mundo –tan lleno de objetos- de los seres humanos, por muy grandes y avanzados que éstos sean. Cuando la naturaleza ruge, enmudecemos. Es como un silencio de fondo sobre el que hablan los teléfonos móviles de última generación, las cámaras de vídeo con sus megapíxeles registrando en directo la catástrofe, los informativos radiofónicos y las pancartas solidarias desplegadas en los campos de fútbol; hablan las redes sociales a través de conexiones japonesas o de youtube, donde los aficionados muestran en silen

"Nosotras, intramuros"

Por La extranjera de Mantinea   Curioseando en la red he ido a tropezar con la portada de una revista digital escrita por mujeres bajo la rúbrica general de Chicass10 . No se trata ésta de una de esas versiones virtuales de los papeles couché que brillan en los quioscos callejeros, donde lo femenino se viste de frivolidad adornada con alharacas y a todo color. Esta es una revista donde lo femenino recupera todo su espesor, toda su hondura, maltrecha casi siempre; una revista que fue editada hasta 2007 por mujeres con privación de libertad en el centro penitenciario de Teixeiro, en A Coruña, y que puede leerse desde el blog que prolonga aquel proyecto bajo el mismo nombre, confeccionado por mujeres encarceladas y administrado –por lo restringido del acceso de las internas- por Pilar. Una de esas pequeñas cosas que la sociedad necesita para sentirse digna. Si es verdad que Internet es una ventana abierta al mundo, podemos imaginar hasta qué grado puede llegar a serlo para estas muj

Mujeres con sombrero de paja

Por La extranjera de Mantinea     Pasar de la invisibilidad a su contrario siempre ha sido el primero y más importante recurso para luchar por un objetivo concreto y alcanzarlo. Por eso me alegró tanto la noticia de que un grupo interministerial haya aprobado el borrador del anteproyecto de Ley de Titularidad Compartida en las Explotaciones Agrarias. De pronto, sentada anoche frente al telediario, recordé una a una a todas las mujeres de mi familia que, desde las primeras luces de la mañana, acudían a la tierra y doblaban sus espaldas junto a las de sus maridos, y luego regresaban al hogar para poner la comida en la mesa, lavar la ropa y administrar la casa como si todo lo anterior, comos si todo el sudor, las manos encallecidas, el dolor de costado no fueran sino el preámbulo de su actividad verdadera de madre y esposa. A esas mujeres siempre las hemos vislumbrado a lo lejos, en la árida arena, con sus enormes sombreros de paja bajo el sol del mediodía; en medio del infernal sofoco




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