OPINIÓN de Antonio Hermosa .- En el primer turno, y ante la sorpresa general, partidarios incluidos, el clérigo Hassan Rohaní ha salido vencedor de las elecciones presidenciales iraníes, sucediendo en el cargo al inefable presidente saliente. Rohaní acudía a las urnas con la vitola de reformista, título que también le reconoce la prensa internacional; son las ventajas con las que uno graciosamente se topa sin siquiera quererlo al relevar en un país cerrado como Irán a un personaje vitriólico como Ahmadinejad sin pertenecer a su camarilla o al competir con un candidato de idéntica camada como Saïd Jalili, quien durante la campaña abogó por dar muerte al colega que apostara por un compromiso con Occidente; pero se trata de una etiqueta que nadie le habría adjudicado de juzgar su persona por su biografía, que delata una carrera toda ella hecha a la sombra del régimen. Invitarles a una suculenta cena regada para la ocasión con, naturalmente, un buen vino halal debería haber sido l