*11.11.13. Por Eduardo Pérsico .- "...igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida/ Y herida por un sable sin remaches…" ("Cambalache", Enrique Santos Discèpolo, 1934) La intrepidez para vincular en un ‘cambalache’ a un valor ‘sagrado’ como la Biblia con un calefón, bien le serviría a Enrique Santos Discèpolo al gritar ‘que el mundo fue y será una porquería’; uno más de sus anárquicos reclamos unido a una invocación celestial. Que tan bien perfilaría ese habitual estilo en sus escritos estimados muchas veces de contradictorios y al fin serían una referencia cultural de los argentinos. Es que al margen de tantos pensadores de trasnoche que lo endiosaran como ‘un pensador filosófico’, por su talento instintivo Discepolín sería diferente a los autores de su tiempo por abrevar en la ilustración de su hermano Armando; catorce años mayor y un serio intelectual que estableciera el Grotesco Teatral rioplatense con sus obras ‘Stéfano’, ...