OPINIÓN de Rafael Fernando Navarro .- Eran asesinatos. Lo decían las pancartas. Lo decían madres y padres de familias numerosas. Lo decían unas monjas con la sonrisa hermosa de quien defiende la vida. No como esos que van presumiendo de ansias de matar, de destruir a indefensos, a seres queridos por Dios desde siempre. Porque Dios se une al esperma y el óvulo y forma con ellos la trinidad del ser humano desde el instante mismo en que el sexo llega a una plenitud destinada exclusivamente a la reproducción pero no al placer y a la expresión amorosa. El placer es perverso, diabólico. Es sólo el atractivo para que no se acabe el mundo. Pero el placer por el placer es perverso. Dios se alimenta de dolor, de sangre, de mortificación, nunca de placer. Miles de personas. Muchos miles. Y estratégicamente distribuido, el personal del Partido Popular, el partido de la vida. Las cámaras saben dónde está Dolores de Cospedal y Esperanza Aguirre, Ana Mato y Ana Botella. Y está Pons y Martínez Pujal